20.04.2024 |
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Solabarrieta no mejora a Rozada

El asturiano promedió 1,7 puntos por partido y el vasco 1,6 | El equipo pasó de recibir 0,4 goles por partido a 1,08 | Sólo mejora en tantos a favor | A la hora de la verdad, tampoco se ha visto la evolución que dijo buscar Amorrortu

Aritz Solabarrieta aún está a tiempo de mejorar el rendimiento en puntos de su antecesor. / Hardy
Aritz Solabarrieta aún está a tiempo de mejorar el rendimiento en puntos de su antecesor. / Hardy
Solabarrieta no mejora a Rozada

Cuando un equipo decide cambiar de entrenador a mitad de trayecto lo hace con la intención de mejorar o de, cuando menos, provocar una reacción en la plantilla. Se suele decir que como los dirigentes no pueden echar a los futbolistas que les gustaría echar, acaban echando al entrenador porque es lo más fácil o lo más barato. Sin embargo, la maniobra no siempre sale bien. Las últimas experiencias del Racing, de hecho, hablan mal al respecto. La última vez que resultó positivo el cambio de técnico fue en la segunda etapa de Marcelino, cuando levantó un proyecto que tenía una pinta preocupante y logró la última permanencia del conjunto cántabro en Primera División. Cada vez ha llovido más de aquello.

Hasta la fecha, la apuesta por echar a Javi Rozada para fichar a Aritz Solabarrieta tampoco está saliendo bien. De hecho, los números confirman que el equipo, lejos de mejorar, incluso ha empeorado. Todos los registros y promedios están por debajo excepto el de goles a favor, que se han incrementado gracias a la facilidad goleadora que mostró el equipo durante la racha que le permitió levantar cabeza y llegar a las últimas cuatro jornadas con posibilidades de alcanzar el objetivo. Ahí comenzó el momento de la verdad, el momento en el que el equipo debía confirmar que verdaderamente había evolucionado, pero volvió a chocar contra sus propias limitaciones. De poco sirvió ese brusco cambio de guión realizado horas después del empate en Getxo.

Javi Rozada, el entrenador elegido en verano para liderar el nuevo proyecto verdiblanco, estuvo siete partidos ligueros al frente de la nave en los que sumó doce puntos, por lo que promedió 1,7 por partido. Por su parte, Aritz Solabarrieta, que fue su sucesor, ha dirigido al conjunto cántabro en doce jornadas en las que ha sumado veinte puntos, lo que resulta un promedio de 1,6. Por lo tanto, el supuesto crecimiento del equipo que se vende desde el club y desde el propio cuerpo técnico no se ha visto para nada reflejado en la clasificación. De hecho, si el equipo hubiera mantenido ese ritmo de puntuación de 1,7 por partido, hoy tendría 34 y jugaría en Amorebieta con opciones aún de conseguir el ascenso.

En sus siete partidos como entrenador del Racing, Javi Rozada acumuló tres victorias, otros tantos empates y una sola derrota, que fue entre semana y ante un equipo que sólo ha ganado ese partido en toda la temporada. Era, por lo tanto, un equipo difícil de ganar e incluso de batir, ya que sólo encajó tres goles en esos siete encuentros, lo que da un promedio de 0,4 tantos recibidos por partido. He ahí la estadística que más ha empeorado con el cambio de capitán al frente de la nave, ya que el Racing, con Solabarrieta al timón, ha recibido trece goles en doce partidos, lo que da un promedio de 1,08. Ya no ha sido tan difícil hacerle gol.

Las áreas. El entrenador de Ondarroa ha acumulado hasta la fecha seis victorias, cuatro derrotas y dos empates en los doce partidos en los que ha llevado las riendas del equipo santanderino. Y donde sí ha mejorado es en los goles a favor, ya que ha marcado 19 consiguiendo un promedio de 1,5 por partido respecto a los nueve en siete partidos conseguidos por el Racing de Rozada, que eran 1,2 por encuentro. Sin embargo, esa mejoría de cara a la portería rival no ha tenido su reflejo en la clasificación por el paso atrás dado en su propia área.

Queda acreditado que el cambio de entrenador no sirvió para construir un mejor proyecto. Y lo cierto es que, desde el primer día, José María Amorrortu reconoció que no habían sido los resultados los que habían precipitado la decisión de echar a Rozada y fichar a Solabarrieta, sino el hecho de no ver evolucionar al equipo y no creer que estuviera siendo dirigido hacia alguna parte. Por eso aprovecharon el parón navideño para realizar un relevo que, visto lo visto, no ha surtido efecto. Porque es cierto que el Racing sí mostró un crecimiento cuando se enfrentó a los cinco últimos clasificados del subgrupo, pero volvió a ser un equipo pobre cuando se enfrentó a sus verdaderos rivales. Se mostró muy inferior a la Real Sociedad B e incluso empató en el partido decisivo contra el Arenas quedándose el equipo petrificado sin recibir soluciones desde el banquillo que hicieran fluir su fútbol. A este partido llegó vivo tras ganar en un campo muy complicado como el de Irún pero lo hizo jugando a equipo pequeño y, en definitiva, completando un partido similar al que podía haber jugado el Racing en la primera vuelta con el anterior entrenador al frente.

Desde dentro, se hacen trampas al solitario al poner el acento en todo lo que ha mejorado el equipo desde el desastre de Zubieta hasta el día de hoy, pero en Zubieta era Aritz Solabarrieta quien estaba en el banquillo. Y el Racing ni mucho menos había mostrado una imagen tan tremendamente pobre y, sobre todo, vulnerable en sus meses anteriores. Comenzó empeorando mucho lo que había y, por lo tanto, evolucionando casi por obligación porque caer más abajo que adquel día se antojaba complicado. e hecho, más válida sería la comparación entre los dos partidos contra el Arenas, ya que el de Gobela fue el último de Rozada y el del pasado día 21 el último, hasta la fecha, de Solabarrieta. Y el conjunto cántabro dio una buena imagen en Getxo, en un escenario donde se dice que no se puede jugar a fútbol. Empató jugando con uno menos 75 minutos y mereciendo la victoria mientras que en el duelo en Los Campos de Sport no la mereció.

La dirección deportiva del club tomó la decisión de cambiar de entrenador justo antes de tres partidos contra rivales directos que, en definitiva, han acabado marcando toda la temporada porque son los que dejaron al equipo incluso en el tercer y último vagón de la clasificación. Y lo peor fue la imagen que dio el equipo. Cavó tan profundo que, obviamente, llegó un punto en el que sólo se podía mejorar. Solabarrieta se jugó el cargo en los partidos de Portugalete y Vitoria, los libró y a partir de ahí aprovechó la fase más asequible del calendario para remontar el vuelo y llegar no sólo vivo a la parte decisiva, sino incluso con unas supuestas ideas claras y, por fin, un esquema asentado. Tras tanto vaivén, parecía que el Racing se había encontrado a sí mismo, pero renunció a esa personalidad y se hizo pequeño ante los grandes.

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