23.04.2024 |
El tiempo

ALAVÉS B 2 - 4 RACING

Resurrección y goleada

Soko celebra su primer gol como racinguista y el tercero del equipo en la mañana de ayer. / real racing club
Soko celebra su primer gol como racinguista y el tercero del equipo en la mañana de ayer. / real racing club
Resurrección y goleada

Se mascaba la tragedia, otra tarde sonrojante ante un filial. Otro domingo de bochorno, el fin de otra etapa, la cabeza de Solabarrieta rodando por el césped. Olía fatal. Comenzar tan mal, tan perdido y, para colmo, recibir otro gol ridículo a los cuatro minutos anunciaba tormenta. Daban ganas de taparse los ojos, pero es difícil resistirse ante una buena historia de terror. El poder de atracción del mal, la erótica del diablo. Se hizo de noche en Ibaia. Socorro. Que abran los bares de una vez. Pero como si de una película de Frank Capra se tratara, como si quien encontró el zapato de Cenicienta se hubiera percatado de que entraba perfectamente en el pie del Racing, todo cambió de pronto. Del fugaz descenso a los infiernos se pasó a vivir bajo una luz cegadora, como si  el equipo de Solabarrieta se hubiera caído del caballo y hubiera pasado de perseguidor a perseguido. El desarrollo de los acontecimientos durante los primeros cuarenta y cinco minutos vividos ayer en Ibaia resumieron una historia de superación que podría marcar un antes y un después. Siempre hay que tener cuidado con los guionistas despiadados pero el conjunto cántabro, ese que estaba muerto a los cinco minutos, resucitó y ahora ya se ve capaz de soñar con lo imposible.

Necesitaba el Racing algo así, una victoria contundente, un golpe de autoridad para recuperar parte del respeto y el prestigio perdido. Comenzó perdiendo a los cuatro minutos con un gol sonrojante pero consiguió que sobrara toda la segunda parte. Lo sucedido entre el 46 y el 90 fueron minutos de la basura. Impensable una hora antes. Y lo mejor fue esa capacidad de reacción que tuvo el equipo verdiblanco, que bien podía haberse acurrucado en una esquina a lamerse sus propias heridas tras comenzar otra vez perdiendo de mala manera, pero se repuso. Y lo hizo, como ya hiciera en diciembre en Gobela, otro campo pequeño de hierba artificial, con el balón. Por fin fue capaz de imponerse como siempre se ha querido imponer.

Le costó al conjunto cántabro encontrar la manera de crecer en el partido porque entró al mismo desorientado, sin encontrar la manera de bajar la pelota y arrebatar la iniciativa a un Alavés B que se sintió superior en esos primeros compases de partido entre necesitados. Se notaban las urgencias en ambos bandos pero a uno le duraba más el balón y al otro nada. Qué mala pinta tenía el Racing. Y, para colmo, otra pérdida de Nana en campo propio (¿cuántas lleva ya?) dejó vendido a su defensa. El debutante Balboa encontró a Godoy, que estaba en la zona de referencia de Matic completamente solo. Se encontró, de pronto, ante Lucas Díaz y le batió con solvencia. Sin necesitar absolutamente nada, el Alavés B ya ganaba y, además, se sentía superior. Aquello olía fatal. Cómo se les veía disfruta a los chicos de Iñaki Alonso.

Solabarrieta había aparecido en Ibaia repitiendo por fin el mismo dibujo que en el anterior partido (4-2-3-1) e introduciendo sólo dos cambios. Uno de ellos fue natural, ya que Pablo Torre ocupó el sitio del sancionado Cejudo. El otro es de los que cambia a todo un equipo. En lugar de jugar Iñigo en la sala de máquinas, se colocó ahí Riki. Y eso lo agradecieron todos los que estaban a su alrededor. Para empezar, su compañero en el doble pivote, que sigue sufriendo de manera tremenda cada vez que la pelota pasa por sus botas. También lo hacen los centrales porque así encuentran una mejor salida del balón. De hecho, fue cuando el asturiano, al que le costó encontrar la manera de hacerlo, comenzó a entrar en contacto con la posesión cuando empezaron a pasar cosas positivas para el Racing. Encontró un buen socio en el canterano de Soto de la Marina y, sobre todo, hallaron una buena puerta de entrada por banda derecha, donde se lució Ceballos y desde donde fue creciendo Soko.

El partido fue cambiando aunque el conjunto cántabro sólo era capaz de culminar las jugadas con lanzamientos lejanos. Poco a poco, el Racing se fue asentando tirando de paciencia. Fue tranquilizador ver la respuesta que tuvo el equipo a no sólo haber recibido un gol, sino a hacerlo de manera sonrojante. Un grupo de jugadores enfermo quizá se habría desquiciado o habría entrado en un terreno farragoso invadido por la ansiedad, pero nada de eso. Intentó sacar la pelota jugada por bandas y comenzó a llegar y a terminar lo que empezaba. Resultaba tranquilizador.

Con todo, cuando de verdad empezó a cambiar la historia fue con el gol del empate. Si el Alavés B se había aprovechado de un error de la retaguardia cántabra, el Racing hizo lo propio con la babazorra. La acción comenzó por banda derecha con una buena combinación entre Ceballos y Pablo Torre. Este último no hizo grandes movimientos de los que aparecerán en los resúmenes, pero estuvo siempre ahí, ofreciéndose y repartiendo juego. Y lo mismo que hizo al iniciar la jugada del empate lo repetiría en el primer minuto de la reanudación aunque con Soko. Cuando uno necesitaba ayuda, el de Soto de la Marina estaba allí.

Superada la línea de medio campo, Ceballos vio iniciar una carrera a Jon Ander y le envió el balón a la espalda de la retaguardia. Lo consiguió pero el portero salió con todo y parecía imposible que el delantero vitoriano, que jugaba en casa, pudiera sacar algo de ahí. Sin embargo, metió en la caldera todo el carbón que tenía a mano, la locomotora se puso al máximo y consiguió meter la bota en el momento justo para enviar la pelota por encima del guardameta y colarla a la portería. El Racing había hecho lo más difícil. Se había levantado y ahora ya estaba preparado para mirar a los ojos de su contrincante y mostrar toda esa rabia que lleva dentro.

El terreno de juego se iba inclinando en función del ritmo que impusiera la batuta de Riki. El Alavés B no supo detenerle en la línea de medios y comenzó a sentirse vulnerable en defensa. Por vez primera esta temporada y con ánimo de cortar su mala racha y compensar de alguna manera todas las bajas acumuladas, había jugado con cuatro atrás, algo que tuvo que rectificar después de encajar el cuarto, cuando ya vio que las esperanzas de sumar eran nulas y que era mejor apostar por no encajar una goleada sonrojante.

El verdadero baile comenzó a los 37 minutos. Lo que sucedió entre ese instante y los segundos iniciales de la segunda mitad fue de lo mejor del Racing en el presente curso. Es cierto que se aprovechó de un rival roto, empequeñecido y convertido en un juguete sin pilas, pero hizo bien en aprovecharlo. Los hombres de Solabarrieta olieron sangre y se fueron con decisión no sólo a por la remontada, sino también a hacer el número de goles suficiente como para bajar la persiana. Y se encontraron con otros tres como bien podía haberse encontrado con otros tantos si hubieran seguido buscando de verdad.

La asistencia fue otra vez de Ceballos. El centro que se sacó desde la misma línea lateral hasta el segundo palo transmitió una sensación de fortaleza y precisión que justo es regalarle media autoría. Fue tan bueno, que sorprendió a toda la retaguardia local, que ni en la peor de sus pesadillas podía pensar que el balón pudiera llegar hasta allí. Por eso Bustos pudo rematar sin oposición. Lo hizo de volea, sin entretenerse en otras historias y dando lugar a un remate que se convirtió en gol tras botar el balón justo delante del cancerbero. Es el segundo tanto en dos partidos del asturiano, que está de dulce.

Fue ahí cuando se deshizo el Alavés B. Lo hizo como un azucarillo. De hecho, lo siguiente que hizo fue perder dos balones en campo propio, el primero de ellos culminado con un nuevo lanzamiento desde la frontal de Bustos que atajó el guardameta y el segundo convertido en gol. Éste lo robó Soko, que fue quien provocó el córner que él mismo llevaría a buen puerto con un certero cabezazo tras un poderoso salto. El camerunés, que había sido duda hasta última hora, había ido creciendo de manera tremenda en el partido. Ya había sido clave en las dos jugadas decisivas del encuentro ante el Bilbao Athletic (la expulsión y el gol) y ayer no sólo marcó, sino que dio la asistencia del 1-4 tras una internada por banda derecha que empieza a convertir en marca de la casa. Aunque a simple vista da la sensación de no ser ningún talento con el balón en los pies, lo cierto es que es difícil quitársela y muestra una gran habilidad para regatear a su par como si lo hiciera a todas horas, levantar la cabeza y enviar el balón a donde hay que hacerlo. Fue así como le dio a Riki un buen balón que el asturiano convirtió en gol de manera brillante, con un lanzamiento lejano de primeras que envió la pelota a donde no podía llegar el portero.

A partir de ahí, dio la impresión de que el Racing y el Alavés B hubieran acordado el final del encuentro si se lo hubieran propuesto, pero, tras un tiempo de armisticio, poco a poco volvieron las hostilidades. Jon Ander, Soko y Ceballos estuvieron bien cerca de aumentar la ventaja y convertir el resultado en una cosa escandalosa, pero sus acciones acabaron sirviendo para el lucimiento del portero. Lo peor es que el filial del Alavés no sólo anotaría un buen gol casi en el descuento para maquillar el resultado, sino que tuvo ocasiones de sobra para haber acortado distancias con tiempo aún de meter el miedo en el cuerpo racinguista. Pepe estampó un balón al larguero en un lanzamiento de falta, Gio tuvo un mano a mano con Lucas Díaz que ganó éste y Godoy se quedó a punto de marcar cerca de la línea de gol después de que su remate diera en Mantilla y obligara a rectificar al portero verdiblanco. Fue ahí donde estuvo el punto preocupante y a trabajar del Racing en el partido de ayer, ya que concedió demasiado y cualquier otro rival con mejores delanteros o con más confianza todavía le podría haber complicado el partido.

Resurrección y goleada
Comentarios