20.04.2024 |
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Mueren varios hinchas argentinos en la celebración, el autobús de jugadores tiene que dejarlo

Un motorista de 22 años murió asfixiado por su propia bandera cuando iba en moto, mientras que otro aficionado perdió la vida al caerse un mástil sobre el que estaba trepando.

Caos generalizado en Buenos Aires por el itinerario de la Albiceleste

Mueren varios hinchas argentinos en la celebración, el autobús de jugadores tiene que dejarlo

 

La celebración en Argentina después de que su selección ganara el Mundial de Qatar fue una auténtica locura, tal y como lo fue en el estadio Lusail por los jugadores. Cientos de miles de personas se agruparon en el Obelisco, en Buenos Aires, para celebrar el triunfo y la tercera estrella. Sin embargo, dos aficionados perdieron la vida.

Uno de ellos, se encontraban subiendo un mástil que tenía la bandera de Argentina en lo alto. Poco a poco, el mástil comienza a inclinarse hacia un lado hasta que finalmente cede y se cae al suelo. Debido a ello, la persona que se encontraba trepando falleció, mientras que otras fueron heridas.

Muere hombre tras ser golpeado por un mástil, que otro aficionado derribo, en González Catán, Buenos Aires.#Rechazo2023 pic.twitter.com/j4FhEjcZlq

— CLINT PASCUELINT 🇨🇱🇮🇱 (@clint_joselito) December 19, 2022

También en Buenos Aires, concretamente en Bahía Blanca, un motorista de 22 años de edad perdía la vida después de asfixiarse con su propia bandera argentina. Al parecer, al joven se le habría enganchado la bandera con el piñón del vehículo, provocando que está se le enganchara al cuello y le ahorcara, muriendo de asfixia.

Decepción entre los que se acercaron a la General Paz

La mala noticia se confirmó. El colectivo de los jugadores, dobló por la autopista Dellepiane en lugar de doblar hacia la General Paz. La noticia corrió por los celulares igual que el desconcierto. Algunos levantaban campamento con heladerías y sombrillas, otros bajaban al asfalto para seguir alentando. “No, olvídense, los llevan al autódromo para sacarlos en helicóptero”, decía uno de los pocos hinchas que tenía señal.

“Yo me quedo hasta que vengan”, decía otro. “Para mí los jugadores pidieron auxilio. No pueden más. Es como ir en micro a Tucumán”, decía Roberto Secco, de 56 años.

“No, mamá. No me quiero ir. Yo los quería ver”, lloraba Ramiro, de 9 años, rojo como un tomate después de tantas horas de espera al sol. “Vinimos a las 9.30, no podemos más”, decía Susan, la mamá.

¿Parque Roca? ¿La Rosada? ¿Un helicóptero? “Para mí no pasan”. “Nos vamos”. Con esas frases caía la desazón sobre los festejos. Se sabía: los que se acercaron hasta ahí no iban a poder ver a los jugadores campeones del mundo.

 

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