20.04.2024 |
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Lucas salvador

El portero salvó al Racing de caer goleado en Tarazona  ejos de eso, el equipo cántabro sumó un empate que le aleja aún más del tercer puesto  l conjunto maño, mucho mejor que el cántabro, se adelantó 2-0 y Cedric y Nana empataron

Bustos, pugnando por un balón aéreo con De la Mata. / real racing club
Bustos, pugnando por un balón aéreo con De la Mata. / real racing club
Lucas salvador

Se hace duro ver al Tarazona zarandeando al Racing, sacudiéndole una vez tras otra y manteniéndose éste en pie de milagro, sólo gracias a las milagrosas intervenciones de su portero. Un equipo convertido en saco de boxeo. Y lo peor es que delante no estaba el campeón del mundo de los pesados, sino un rival que se salvó del pozo en la última jornada, que nunca antes había jugado en Segunda B y que promediaba menos de un gol por partido. Ayer, en apenas media hora, ya llevaba dos. Y se pudo haber marchado con una goleada de escándalo, pero se quedó con un solo punto porque el fútbol no siempre es justo. Lo justo habría sido que ayer se quedara todo el botín en casa, pero los futbolistas de Solabarrieta subieron al autobús con la sensación de haber salvado el día porque el Ebro, el único que amenaza su estatus, incluso perdió en casa. Sólo quedaba silbar, mirar a otro lado y pedir al chófer que pusiera a Los Ramones a todo trapo para aislarse del ruido exterior.

No se cansa el técnico verdiblanco de recordar que nadie gana fácil en Segunda B, pero ayer el Bilbao Athletic, a quien consideraba un rival directo hasta hace menos de un mes, fue a Tudela a jugar contra un equipo que le sacó diez puntos al Tarazona en la primera fase y le endosó un 1-4. Sin discusión. El Racing, en cambio, sufrió y, lo que es peor, quedó en evidencia durante noventa minutos para olvidar en los que de nuevo tuvo que estar cambiando de plan al ver cómo su rival, fiel al suyo, se lo condicionaba constantemente. Si Solabarrieta quería que su equipo mejorara durante la segunda fase, no pudo comenzar peor. Es impensable que el equipo que jugó ayer en territorio maño pudiera estar jugando hoy por el ascenso.

El equipo verdiblanco no mereció otra cosa que el sopapo que estuvo a punto de marcarle la cara. Si no se fue con un ojo morado fue por las brillantes intervenciones de Lucas Díaz, sobre todo en el segundo tiempo. Se acumularon en el último tercio del encuentro, justamente después de que el Racing igualara el doloroso 2-0 con el que había comenzado el encuentro. Cuando se da un guión así, lo normal es que quien está camino de la remontada, que, además, es teóricamente muy superior, acabe el trabajo, pero sucedió lo contrario. A pesar de que el Tarazona venía de jugar un exigente partido en Irún el miércoles y de que alguno de sus mejores futbolistas ya tuvieran que abandonar el césped al ir con la lengua fuera, metió al equipo de Solabarrieta en su campo y forzó tres estiradas del portero verdiblanco dignas de colocar en un museo, dos remates fuera que se cantaron como gol desde la grada más un lanzamiento al larguero. En la otra portería, no pasó absolutamente nada. Sólo un remate alto de Traver en el descuento que, de haber ido a gol, debería haber ido acompañado de la petición de perdón por parte del Racing.

Es difícil salvar a alguien más que al portero. Quizá a Cedric, que marcó un gol de delantero diferencial tras recoger un pase de Pablo Torre en la frontal y, con dos movimientos cargados de talento, librar primero la presión de su marcador y superar después al portero. Para entonces, quedaban sólo dos minutos para el descanso y ese 2-1 fue todo un balón de oxígeno para un Racing que no es que no se reconociera en el espejo, sino que ni siquiera sabía qué debía buscar.

Da la sensación de que quiso Solabarrieta ganar la partida con balón, de una manera similar a como había goleado en el campo del Alavés B, donde había vivido su última experiencia con la hierba artificial. Y las cosas empezaron bien, pero todo se le vino abajo después de una acumulación de errores que, sobre todo, se cebaron con la banda izquierda. Isma López quiso ser protagonista y no le salió. Y a su lado no aparecía Nana para corregir mientras que Lars Gerson no encontraba la manera de encontrar en el saco sus virtudes como defensa. De esta manera, Rodri comenzó a hacer daño por banda derecha y, de hecho, a los ocho minutos ya le brindó un balón a Ballarín que exigió la primera intervención del héroe de la mañana, del tipo que llevaba guantes en sus manos.

La retaguardia verdiblanca fue una calamidad. Solabarrieta, quizá para que sus superiores pudieran justificar su fichaje en enero, se lanzó a incluir a Lars Gerson en el once inicial. Posiblemente, buscó ayuda a la hora de iniciar juego y, de hecho, el luxemburgués demostró tener un guante, sobre todo al enviar balones lejanos, pero, curiosamente, le cuesta más en corto. El Racing se atascó, no fue capaz de elaborar juego, Riki no encontró aliados porque, además, a su lado tenía a Nana, un futbolista que no era titular, precisamente, desde el partido de Vitoria. Aquello fue el 31 de enero. Porque fue ese día cuando el técnico se dio cuenta de que si quería jugar por abajo y dar un poco de salida y ritmo al balón, debía buscar otras alternativas. En Amorebieta jugó Villapalos y ayer él. A ver si el próximo domingo le toca a Martín Solar.

Gerson no ayudó a trasladar fiabilidad y sobriedad defensiva. Tampoco Isma López y, para colmo, Mantilla cometió un error grosero de los que dejan marca. Recibió un balón para ser controlado en su propia área, se hizo un lío y Ballarín le robó la cartera finiquitando la jugada, para colmo, de manera notable. Aquello fue el 2-0. Se mascaba la tragedia. La retaguardia era un chollo y esa sensación se vio incluso incrementada en el segundo tiempo, cuando el entrenador del Racing cambió para jugar con tres atrás y dos arriba. Uno de estos últimos era Luan Capanni, un tipo que volvió a disponer de 45 minutos sólo porque viene cedido por el Milán, ya que cada vez cuesta más encontrar argumentos para regalarle oportunidades así. Hacer algo así con un delantero tuyo, como prueba para ver si es válido o no para el futuro, podría tener un sentido, pero con un joven jugador que se va a ir en mayo cuesta entenderlo cada vez más.

Si de algo estaba advertido el Racing era de que el mayor peligro del Tarazona venía en las acciones a balón parado. Y en 18 minutos, ya había recibido un gol de estrategia. Otro más en la ‘era Solabarrieta’. Comenzó con una evitable falta de Gerson, que cayó en ellas cada vez que salió de la cueva. Y bastó que Leo Ramírez, que demostró tener un guante en el pie, metiera el balón al área para que Santigosa, completamente solo e invitado incluso a café con pastas por parte de la retaguardia cántabra, marcara de primeras y cruzando el balón a la dirección contraria a la que se precipitaba Lucas Díaz.

El Racing era un chollo atrás, era incapaz de construir con balón, de que sus mejores jugadores se asociaran en torno a él y, para colmo, tampoco era un equipo poderoso sin la posesión. Poco aportó Nana al respecto cuando, en principio, estaba para eso. El equipo verdiblanco no ganó ni un duelo, le flojeaban las piernas y terminó el partido incluso prescindiendo de cualquier intención de mantener el plan inicial. Entregó las armas y se lanzó al juego aéreo y directo, donde tenía todas las de perder. Un chollo para la defensa del Tarazona. El conjunto cántabro, el de la plantilla de dos millones de euros, tenía delante a un equipo que no dio ni un mal pelotazo. En seguida detectó por dónde podía hacer daño y exprimió esa vía.

Viendo que su equipo se dirigía hacia el abismo, Solabarrieta cambió en el segundo tiempo. Quitó del verde a Isma López para meter a un segundo punta, un Luan Capanni que de nuevo sacó su codo a pasear y a quien bien le podían haber pitado penalti por una de esas acciones que se van a quedar como la única huella que ha dejado en el Racing. Fueron esos primeros instantes del segundo tiempo quizá los más igualados del encuentro aunque antes del empate, obra de Nana tras cazar un rechace convertido en misil, Lucas Díaz ya tuvo que exhibirse. Se sacó una parada tremenda en una acción generada en un saque de banda y culminada con un fuerte remate de Abreu que iba bien dirigido y que despejó el guardameta estirándose al máximo. A buen seguro que a estas horas anda buscando un fotógrafo que inmortalizara el vuelo para colgarlo en la pared de su dormitorio.

Con el empate a dos, todo parecía ponerse a favor del Racing. Solabarrieta profundizó en los cambios, metió a Óscar Gil por Ceballos para que los tres de atrás fueran centrales, metió a Cejudo por Pablo Torre para buscar nuevas ideas y aire fresco mientras que arriba entró Jon Ander por Cedric. Y lo cierto es que dio igual quién estuviera arriba porque el conjunto cántabro apenas volvió a llegar más. Sólo alguna arrancada de Bustos a la que le faltaron aliados hizo trabajar a una defensa local muy conforme con cómo se estaban desarrollando los acontecimientos. Había sufrido en el arranque de la contienda con un par de acciones de Soko, pero éste se tuvo que marchar lesionado sólo un minuto después de que también lo hiciera Campins por parte del otro equipo.

El Tarazona creció con el empate del Racing. Fiel a sí mismo, jugando como seguramente le habría gustado jugar al equipo verdiblanco, fue construyendo una ocasión detrás de otra. Hasta cuatro oportunidades claras de perforar la meta cántabra tuvo en la última media hora de encuentro. El conjunto cántabro pasó a ser un esparring de su rival, un simple fajador que recibió un golpe tras otro manteniéndose en pie. Llegó al último asalto con vida, ganó, se duchó y se marchó a comprarse una gabardina, unas gafas de sol y un periódico para que nadie le reconociera por la calle.

Lucas salvador
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