25.04.2024 |
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La evolución pendiente

El Racing ganó en Portugalete de la misma manera que habría ganado el Racing de Rozada y con las mismas limitaciones | Casi un mes después del cambio de entrenador, no se atisba la mejoría que buscaron los dirigentes

Aritz Solabarrieta, dando indicaciones a sus hombres. / Hardy
Aritz Solabarrieta, dando indicaciones a sus hombres. / Hardy
La evolución pendiente

Si el Racing cambió de entrenador hace algo menos de un mes no fue tanto por los resultados, sino por las pobres sensaciones que transmitía, sobre todo fuera de casa. De hecho, en aquel momento aún le quedaban dos partidos aplazados por jugar que si era capaz de ganar le podían colocar en el primer puesto de la tabla, pero los responsables del proyecto deportivo entendieron que aquello no iba bien, que vivir de la clasificación de ese momento era pan para hoy y hambre para mañana y que había que dar un paso hacia delante en todos los sentidos. Por eso tomaron la drástica decisión de cambiar de entrenador. Buscaban una evolución, encontrar la manera de que el equipo no dejara de crecer porque entendían que con Javi Rozada había quedado estancado. Lo malo es que, cuatro partidos después, esa evolución que buscaban todavía no se ha dado. Y lo peor es que, por el camino, la clasificación ha quedado estropeada.

El Racing ganó el pasado sábado en La Florida, uno de esos campos que, a la larga, se cargaron a Javi Rozada, ya que en su propia casa se estaba comportando de mejor manera y mostrando, ahí sí, una patente evolución. El partido contra el Alavés B fue mejor que el disputado contra el Portugalete y el que le midió al Barakaldo fue también considerablemente mejor que el que le midió al filial vitoriano. En Los Campos de Sport las cosas iban bien y se apreciaba un crecimiento, pero era en esos campos pequeños, estrechos, de césped discutible, con rivales patrocinadores del juego directo, campeones de las segundas jugadas y de los duelos donde tan difícil es jugar a otra cosa que no sea lo que propone el anfitrión, en donde dio esa sensación de que el equipo se quedaba atascado. Fue en Lezama, el único desplazamiento que, junto a Zubieta, es diferente a todos, donde el equipo dio la cara, compitió bien y se llevó los tres puntos. De hecho, fue la única victoria como visitante del técnico ovetense.

La pobre imagen dada en Laredo, unida a las derrotas de Leioa y de Mutilva sin prácticamente rematar a portería, mataron al pianista. Esos malos resultados confirmaron lo que ya se había intuido durante la pretemporada, que era la incapacidad del equipo de dar la cara en ese tipo de escenarios, ya que en Noja contra el Laredo y en Villaviciosa contra el Lealtad, el Racing ya había mostrado dudas que confiaba ir solventando con el paso del tiempo, la llegada de nuevos jugadores y el inicio de la temporada oficial, pero no fue así. Por eso el Racing decidió cambiar de entrenador. Y, visto hoy, cuatro partidos después, dicha evolución que buscaban los dirigentes sólo se ha visto en que el equipo por fin ha ganado en uno de esos campos que tan mal se le daban. Alguien puede decir que no es poco, pero el cambio no se debió, como dijo el propio Amorrortu, a una cuestión de resultados.

El Racing jugó en La Florida de manera similar a como había perdido en Leioa y Mutilva o había empatado en Laredo y Getxo. De hecho, dio la impresión de que el entrenador asturiano había encontrado la fórmula en el segundo tiempo, cuando, jugando con diez, el equipo ofreció su mejor fútbol hasta la fecha. Y fue a hacerlo en el que, probablemente, sea el campo más incómodo de toda la categoría. Sin embargo, horas después fue cesado.

Respecto a ese segundo tiempo en territorio getxotarra, el partido de Portugalete fue una involución. Los dirigentes querían a un equipo protagonista con balón, que se asentara en campo contrario y dominador, pero el pasado sábado no fue nada de eso. Se comportó de manera sólida atrás como ya lo había hecho antes de fin de año, ya que, aunque no ganara, ningún equipo pasó al Racing por encima. Es cierto que no generaba, pero tampoco le generaban. Y en La Florida pasó más de lo mismo con la fortuna de que, en esta ocasión, salió cara.

El Racing de Solabarrieta ganó como podía haber ganado el Racing de Rozada. De hecho, apareció con el mismo 4-4-2 que había diseñado el asturiano en San Lorenzo. Ambos situaron a Pablo Torre en la banda izquierda confirmando que desde ahí tiene muy poco que aportar. Al menos, cuando juega en ese tipo de escenarios tan poco propicios para su fútbol. El encuentro fue mucho más equilibrado porque el Laredo sí tuvo sometido al equipo santanderino durante buena parte del minutaje. El pasado sábado, el Portugalete dio la impresión de ser mejor desde el primer cuarto de hora y hasta el descanso y en el arranque del segundo tiempo, pero luego el conjunto cántabro se hizo más fuerte, dio entrada a su cargamento pesado y dominó la situación. Se amoldó a lo que pedía la situación e hizo bueno el solitario gol de penalti que había marcado.

En el penalti estuvo la diferencia. Uno lo marcó y otro lo falló. Más allá de eso, el equipo siguió careciendo del fútbol que había carecido en ese tipo de campos en otras ocasiones, ya que su único remate entre palos, más allá de la pena máxima que desniveló la balanza, fue el de Iñigo Sainz Maza casi en el descuento. No hubo, por lo tanto, evolución alguna en las sensaciones transmitidas por el equipo. Éste jugó de manera ordenada y, cuando aceptó jugar al mismo juego que quería jugar el Portugalete, metió en el campo a Villapalos, Figueras, Matic, Balboa y el citado Iñigo y logró ser mejor que su rival. Se hizo un equipo fuerte y sólido pero careció de argumentos futbolísticos con la posesión. Es posible que en ese tipo de escenarios no se pueda hacer otra cosa y menos aún con la actual plantilla que tiene el Racing, pero también es fácil decir que para ese viaje no hacían falta tantas alforjas. Eso ya lo tenía el equipo y, por el camino, ha perdido lo que sí tenía como local.

Lo que, indudablemente, demostró el conjunto cántabro el pasado fin de semana es compromiso y actitud. «Un equipo muerto no hace estas cosas», llegó a decir Aritz Solabarrieta. Y tiene razón. Y dicho compromiso se demostró tomando la siempre complicada decisión de dejar a vacas sagradas del vestuario en el banquillo. El técnico apostó por rejuvenecer drásticamente su once inicial, que tenía un promedio de 23 años y medio. Iván Crespo y Cejudo ni siquiera participaron en el partido. A Figueras y a Matic, que comenzaron en el banquillo, les ordenaron ponerse a calentar a los veinte minutos al percibir el entrenador que Óscar Gil, que ya había sido amonestado, podía ver otra amarilla. Llegaron hasta el descanso ejercitándose en la banda para sentarse en el segundo tiempo, volver a salir a calentar y entrar, finalmente, al partido. Y es que, el Racing, como ya hiciera en Gobela de partida, terminó el partido con cuatro centrales formando la retaguardia: Mantilla y Óscar Gil, que habían sido los centrales titulares, en los laterales y el croata y el catalán en el centro de la zaga.

MÁS JÓVENES. Aritz Solabarrieta haya llegado a la conclusión de que, si quiere una defensa que adelante la línea y que esté formada por cuatro futbolistas, la pareja de centrales ha de ser la formada por Mantilla y Óscar Gil porque a Matic y a Figueras les falta velocidad. El entrenador de Ondarroa llegó con una idea preconcebida y, posiblemente, pensando que tenía una plantilla que, en verdad, no tenía. Tres  partidos y otras tantas semanas de entrenamiento después, se ha percatado de que había que tomar decisiones y las tomó. De hecho, la temporada pasada, cuando era obvio que el Racing tenía un equipo envejecido y sin energía, faltó alguien que diera un volantazo y, por lo menos, probara con algunos de los que estaban llamando a la puerta sin que les hicieran caso.

La evolución que buscaban los dirigentes verdiblancos hace un mes ha acabado en asumir la victoria de La Florida como una toma de oxígeno que necesitaba el equipo. De buscar un mejor fútbol que mirara a medio plazo, a ganar como sea para ganar tiempo. Da la sensación de que el listón se ha bajado de manera considerable. Con todo, lo que es innegable es que el Racing escapó de la quema y que, aunque está a un solo punto del Laredo, que es el que marca los puestos de playoff de descenso que ocupaba el conjunto verdiblanco desde la semana pasada, ahora tiene de nuevo la oportunidad de meterse en la pelea. Es una oportunidad similar a la que tuvo el miércoles pasado, cuando recibió en Santander al Real Unión. Ganar aquel día suponía quedarse a las puertas de su objetivo de partida y más de lo mismo sucederá el próximo domingo.

Será el Bilbao Athletic quien visite Santander. Hoy está a cinco puntos, estaba a siete hace cinco días y podría ponerse a dos el próximo domingo. La recuperación sería patente y de verdad podrían empezarse a reciclar las ilusiones. El Racing ya ha demostrado que puede ser un equipo sólido si levanta una trinchera como la que levantó en La Florida, cuando reunió en el terreno de juego a Mantilla, Matic, Figueras, Óscar Gil, Íñigo, Villapalos, Nana y Balboa. Con ese batallón, es complicado pasar apuros pero también es difícil generar. Para entonces, ya tenía un tesoro que mantener pero el próximo fin de semana en Los Campos de Sport tocará dar la réplica a los jóvenes valores de Joseba Etxeberria.

Hasta la fecha, el único equipo que ha sido capaz de ganar al Bilbao Athletic ha sido el Racing. Y lo hizo realizando un partido similar al que disputó en Portugalete. Ni mucho menos jugó a equipo grande que saliera a arrebatar la pelota a su rival ni acumulando minutos y hombres en campo contrario, sino mostrándose sólido atrás, solidario en el trabajo y aprovechando la que tuvo. En Lezama sólo tuvo una y la marcó. Fue la que anotó Balboa apenas dos minutos después de debutar con la casaca verdiblanca. El Racing venía de empatar en casa contra el Portugalete y Rozada ya notó las urgencias por ganar como fuera. Como el pasado domingo en La Florida. Hay veces en las que hay que abandonar lo estético para centrar todo en lo práctico, lo que también lleva a dejar de lado la evolución que tanto perseguía y perseguía la dirección deportiva.

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