23.04.2024 |
El tiempo

RACING 0-0 BADAJOZ

Domingo sin vermú

El Racing empató en casa tras un pobre partido sin ritmo ni ambición | Intentó dar un paso hacia delante coincidiendo con el gol de la SD Logroñés al Dépor, pero el Badajoz logró que no se jugara nada durante los 20 últimos minutos

Manu Justo, que repitió como titular, fue el autor del único lanzamiento entre palos del Racing ayer. / hardy
Manu Justo, que repitió como titular, fue el autor del único lanzamiento entre palos del Racing ayer. / hardy
Domingo sin vermú

Acabó la afición indignada con el árbitro y con un Badajoz que consiguió que no se jugara absolutamente nada en los últimos 26 minutos, pero el motivo para volver a casa con verdadera frustración fue la falta de ambición con la que jugó el Racing. Dio la impresión de apretar el acelerador sólo cuando informaron de que el Logroñés le había marcado al Deportivo. Fue como si hubieran necesitado esa información para darse cuenta de la que podían haber liado. De nada sirve repetir una y otra vez durante la semana que no hay que pensar en Riazor y sí en lo vital de ganar ayer domingo si después uno salta a jugar a ver pasar el tiempo y a esperar, una vez más, a que en la recta final del encuentro a alguien se le encienda la luz. A menudo pasa, pero ayer no pasó. No pasó nada.

Ayer no encontró nadie el interruptor. Otro cero a cero en Los Campos de Sport sin saber si el portero rival era bueno o malo, ya que sólo tuvo que intervenir una vez a los veinte minutos de encuentro. Nada más. Si uno quiere aspirar de verdad al liderato no puede aparecer en casa como apareció ayer el Racing, que dio la impresión de saltar con legañas en los ojos y aplatanado por el inesperado calor, más pacense que cántabro, con el que comenzó el encuentro. En el segundo tiempo refrescó y se animó la contienda, pero quien tuvo que trabajar fue Parera. Como era de esperar, con el paso de los minutos entraron las prisas, pero no iban acompañadas de nada. No hubo toque de corneta desde el banquillo, una maniobra que dejara bien claro que el equipo iba a por todo el botín en casa ante un rival que ya sólo pensaba en que pasara el tiempo sin que pasara nada. Los cambios buscaron simplemente refrescar las piernas de los atacantes, lo que algunas veces ha servido para llevárselo todo, pero ayer no.

El Badajoz no mereció nada ayer en Los Campos de Sport. Y el Racing tampoco. He ahí lo triste. Fue un partido malo que no ofreció nada y que contagió a una afición también apática, que sólo se encendió cuando le cabrearon los jugadores visitantes y el árbitro, cuando se sumaron a la desesperación de sus propios futbolistas al ver avanzar las manillas del reloj sin ser capaces ni tan siquiera de inquietar a su rival. Quisieron acelerar el ritmo tras el descanso pero se encontraron con un rival que respondió, que se fue para delante y que hizo intervenir en dos ocasiones a Parera. Una de ellas, al atajar un cabezazo de Dani Aquino entre los dos centrales y la otra al repeler un disparo de Adilson en pleno barullo en el área después de que el conjunto cántabro no saltara con fe a un rechace largo y permitiera una segunda jugada rival.

Pareció encenderse por fin la hoguera alrededor del minuto setenta, cuando Pablo Torre y Marco Camus conectaron y les empezaron a salir las cosas, ya que el primero no había estado afortunado en sus acciones hasta ese momento mientras que el segundo estuvo desasistido. Sin embargo, el Badajoz consiguió cortar esa buena dinámica en la que parecía entrar el Racing. Entre los cambios y algunas molestias físicas no se jugó nada durante siete minutos. Y poco más se jugó después. Sólo en un par de intentos con las últimas balas del media punta de Soto de la Marina, entre ellos un centro al que no llegaron por poco ni Harper ni Soko, y, a partir de ahí, se produjo un nuevo apagón cargado de indignación que duró hasta el final. Entraron las prisas y fue ahí cuando uno se acordó del tiempo perdido, ese que ya no volverá.

Porque fue un partido jugado a cámara lenta, como con pereza, como si a nadie le hubiera hecho gracia sacrificar la matinal del domingo, que siempre es de lo mejor del fin de semana, para acudir a Los Campos de Sport. Porque eso no suele ser sinónimo de diversión este año. Sí de ganar, eso hay que reconocerlo, pero sólo cuando alguien rompe la lógica establecida con alguna acción de imaginería. Ayer nadie lo hizo y por eso la historia acabó como empezó.

Especialmente perezosa fue la primera mitad. Fue como si en el terreno de juego dominara la desgana o como si, sencillamente, al motor le faltaran caballos. Por momentos pareció un partido de pretemporada, algo que se puede entender en un Racing que, hasta ayer, había jugado tres partidos en prácticamente dos meses. Eso corta el ritmo a cualquiera. Si, además, el entrenador sacrifica a uno de los jugadores capaces de poner un poco de swing al partido, más todavía.

Era previsible, pero se hizo realidad. Por segundo partido consecutivo, Fernández Romo volvió a sacrificar a Soko. La última vez que lo hizo también estaba a las puertas de jugar en Riazor, como ayer. El miércoles se verá si lo que está haciendo es reservarle para la gran plaza, pero lo cierto es que se antoja un lujo dejarle sentado. Lo bueno es que el Badajoz le devolvió el favor al Racing poniendo a David Concha el cartel de suplente. Estupendo. Cosas de su nuevo entrenador, que no se pudo sentar en el banquillo porque el club, que no estuvo representado por nadie en el palco, debe pagar antes todo lo que le debe a su predecesor. Que espere sentado.

El partido comenzó, de hecho, con un signo de protesta del conjunto pacense ante los impagos y el sindiós que domina la entidad. Durante el primer minuto tras el pitido del árbitro, echaron la rodilla a tierra. A ver de qué les sirve. Lo que demostraron los jugadores es que no iban a regalar nada en Los Campos de Sport por mucho que estén hasta las narices de lo que sucede por encima de ellos. No mires arriba, pensaron. Quisieron demostrar que siguen siendo futbolistas con un futuro para quien les quiera fichar en verano y, por encima de todo, quisieron ser un equipo sólido que apenas dejara generar juego a su rival. No se pegó por la posesión y eso obligó al Racing a tener la pelota. Y cuando eso sucede, se le ven las costuras. Más aún, si no tiene puntos de fuga, vías de agua por donde generar planes de escape.

Volvió a aparecer el conjunto cántabro con cuatro centrales atrás. Por delante de Mantilla se colocó Arturo, que obligó al de Maliaño a ser más valiente que Satrústegui y a situarse prácticamente siempre en campo rival, ya que el murciano se iba habitualmente para dentro. Eso, además de contar con un pelotero en la sala de máquinas como Sergio Marcos, debería haber generado superioridades en el medio campo que ayudaran a llevar la pelota a los de arriba, pero no fue por ahí la historia. De hecho, el conjunto cántabro tuvo menos presencia que nunca en las cercanías del área rival. Camus apenas tuvo espacio para firmar alguna de sus habituales y peligrosas carreras, Pablo Torre no estuvo fino y Soko no estaba. Y así es más complicado que pasen cosas.

Menos aún cuando dio la impresión de que la idea, aceptada por el rival, fue la de otras veces: esperar a que se encendiera la luz, a que alguien lograra surgir la chispa cuando golpeara dos piedras. Estuvo muy activo Arturo en un principio pero sin fortuna. De hecho, suyo fue el primer intento de dar trabajo al portero rival, pero su lanzamiento, precedido de un recorte y de una buena combinación entre Bobadilla (gran partido el suyo) y Mantilla, se fue muy cruzado. Buscó el remate con la derecha, con el interior y desde la banda derecha, lo que suele ser complicado.

Quizá buscando un poco de aire decidió Fernández Romo a la media hora de juego cambiar de bandas a sus extremos para que jugaran a pie cambiado, pero aquello convirtió a los suyos en un embudo. Arturo sí logró rematar desde fuera del área, pero el equipo no encontró la manera de salir con intención de su campo ni encontrar ideas. Ni llegaba, ni remataba, ni ponía centros. Por eso nueve minutos después volvió el técnico madrileño a la normalidad.

Lo bueno fue que el Badajoz apenas inquietó y sólo un par de penetraciones, una por cada banda, generaron cierta inquietud. Por el otro lado, la gran noticia fue que, al menos, el delantero centro verdiblanco que salió de inicio remató a portería. Sucedió a los 22 minutos, tras una jugada elaborada que llegó a la banda derecha, donde Arturo centró por bajo y Manu Justo remató de primeras buscando la base del palo izquierdo del portero, que respondió bien. Parece increíble teniendo en cuenta todo lo que quedaba, pero fue el único remate a puerta del Racing en todo el partido. Así es imposible.

Domingo sin vermú
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