24.04.2024 |
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Borrón y cuenta nueva

El Racing anunció ayer que Amorrortu, Pedro Menéndez y Solabarrieta no renovarán | Aunque han cumplido con lo que prometieron, ha sido el fiasco del primer equipo y los malos fichajes lo que les ha condenado
José María Amorrortu y Pedro Menéndez, charlando con Pablo Torre. / Hardy
José María Amorrortu y Pedro Menéndez, charlando con Pablo Torre. / Hardy
Borrón y cuenta nueva

George Bush padre nunca entendió cómo demonios pudo perder las elecciones de 1992. Meses antes, su popularidad había alcanzado el 90% gracias, fundamentalmente, a sus supuestos éxitos en política exterior, fundamentados en el fin de la Guerra Fría y la primera guerra del Golfo Pérsico. Todo parecía encaminado hacia una fácil reelección pero en el Partido Demócrata dieron con la tecla. Enfocaron toda la campaña de Bill Clinton en asuntos domésticos que afectaban mucho más al día a día del ciudadano medio. Y ganaron. Dieron la vuelta a la situación ante un perplejo Bush que no sabía qué había sucedido.

En la otra parte lo tenían claro. «Es la economía, estúpido», le repitieron una y otra vez. Algo así le habrán dicho a José María Amorrortu cuando el Racing le ha comunicado que no va a seguir al frente del proyecto deportivo del club. Él no tendrá muy claro por qué porque es fácil que entienda que ha cumplido con buena parte de los objetivos planteados en su día, pero Alfredo Pérez y Pedro Ortiz le responderán: «Es el primer equipo, estúpido». Era un secreto a voces. Todo el mundo era consciente de que Amorrortu, Pedro Menéndez y Aritz Solabarrieta no iban a continuar y ellos, que están metidos en el mundo del fútbol, eran los primeros que lo sabían. Faltaba comunicárselo porque era feo no hacerlo y dejarles vendidos hasta fin de temporada, sobre todo al entrenador, que es quien se pone frecuentemente ante los medios de comunicación y ha de responder a la pregunta de si va a continuar o no. Y ha de salir por la tangente porque no está en disposición de decir lo que el club aún no ha hecho oficial. Un papelón. Por eso entendieron en las oficinas que era el momento de hacer el anuncio aunque todavía queden dos partidos para bajar el telón.

Es lo mismo que, por ejemplo, también ha hecho el Laredo con Manu Calleja. Cuanto antes se pongan las cartas sobre la mesa, mucho mejor para todos. El comunicado con el que el Racing confirmó la noticia no se extendió demasiado. «José María Amorrortu, director de Estrategia Deportiva, Pedro Menéndez, secretario técnico, y Aritz Solabarrieta, entrenador del primer equipo, no formarán parte del Racing 2021-22, puesto que el club verdiblanco ha decidido no renovar sus contratos, que finalizan el treinta de junio de este año». A continuación, añadía otro párrafo destacando su mayor aportación como trabajadores del club: «La entidad cántabra, a través de estas líneas, agradece la profesionalidad y dedicación mostrada por los tres técnicos en el desarrollo de sus cargos durante esta temporada, marcada por la Covid-19 y que está a punto de finalizar. Su labor, además, ha sido capital en la promoción y consolidación de seis canteranos en la primera plantilla racinguista, así como la implantación de una estructura organizativa y un detallado protocolo de trabajo en las secciones inferiores». Los máximos accionistas del club han decidido dar otro volantazo similar al que dieron hace menos de un año.

Si entonces pusieron fin a la era Chuti Molina, ahora lo hacen con la liderada por José María Amorrortu, un profesional que nada tiene que ver con aquel. De hecho, sus prioridades han sido prácticamente opuestas. Tanto es así, que el técnico vasco se marcha con la sensación de haber cumplido los objetivos que él mismo se había marcado. Éstos pasaban por afianzar un proyecto de cantera y por tener en el primer equipo a un buen número de jugadores de la casa que pusieran fin al continuo fichaje de medianías que ni aportaban nada ni dejaban progresar a los de abajo. Y de tal manera lo ha conseguido que no sólo hay media docena de futbolistas de las categorías inferiores asentados en el primer equipo, sino que la mayoría de ellos incluso han sido titulares durante la temporada. A su vez, se ha trabajado bien la base y, de hecho, el Rayo Cantabria ha conseguido clasificarse para Segunda RFEF, por lo que nada se le puede achacar por esa parte.

El pecado ha estado en la decepción generada por la errática trayectoria del primer equipo, pero si alguien recupera las comparecencias de Amorrortu en sus primeras semanas al frente del proyecto, en ningún momento le oirá nadie decir que el único objetivo es el del ascenso. Quien más lo recordó cuando le echaron fue Jordi Figueras, ya que es algo que no llegó a entender y, de hecho, consideraba que no se había armado un equipo para pelear por el salto de categoría.

El central catalán, que mantiene un evidente resquemor por haber sido despedido de mala manera, escribió ayer un enigmático tuit, a los pocos minutos de hacerse oficial la noticia de la salida de Amorrortu, Solabarrieta y Menéndez, que decía lo siguiente: «Cierren al salir». La interpretación es evidente. La urgencia de subir. Desde el principio ha dado la impresión de que los máximos responsables deportivos del club no sentían la obligación de ascender a la primera. Seis de las ocho últimas temporadas las ha pasado el Racing en Segunda B, recordaban cuando trataban el asunto con otros trabajadores del club.

Y es una afirmación irrebatible. Su intención era crear un proyecto a medio y largo plazo y así lo vendió también Alfredo Pérez, pero no ha durado ni diez meses. Sobre todo, porque esa afirmación que muchos se llevan a la boca y que defiende, por encima de todo, la necesidad de construir una sólida base fundamentada en jugadores propios aunque se tarden cinco años en subir no es sostenida por la realidad. Durante la última temporada no ha quedado claro que el racinguismo esté preparado para algo así porque es imposible escapar de las urgencias que te provocan no sólo la historia, sino también la situación económica del club. Si éste sobrevive en Segunda B es porque los máximos accionistas aportan liquidez. Si de pronto se cortara el grifo, todo se vendría abajo. Y mientras éste sigue goteando, la deuda sigue aumentando a niveles insostenibles. Por eso urge volver al fútbol profesional. Y es algo que es posible que Amorrortu y Menéndez no hayan entendido bien.

La trayectoria del primer equipo ha sido un fracaso y eso es lo que ha hundido el proyecto. Decían la verdad cuando prometían la promoción y la puesta en valor de jugadores de la casa a los que se ha tratado de igual a igual pero lo que ha fallado es todo lo demás. Es decir, los fichajes que hubo que hacer y que debían haber elevado el nivel de la plantilla y, sobre todo, acompañar a los jóvenes canteranos en su evolución. Fichajes como Villapalos, Nana, Balboa, Pablo Andrade, Maynau, Capanni o Lars Gerson han sido un fiasco y es lo que ha hipotecado al equipo. Buena parte de las decisiones fueron de Pedro Menéndez, que ha sido el encargado de la construcción de la plantilla, pero en el club han decidido derruirlo todo y no diferenciar a unos de otros.

Quizá con el tiempo se ponga en valor que, por ejemplo, alguien como Íñigo se haya comido en su primer año en el primer equipo a pesos pesados como Nana y Villapalos o que Mantilla o Ceballos hayan sido insustituibles. Y buena parte de la culpa de que los máximos dirigentes de la entidad hayan cogido una bola de demolición y no hayan querido dejar nada en pie está en las maniobras realizadas con el entrenador, ya que primero la apuesta fue por uno de la absoluta confianza de Menéndez y, a mitad de curso, dieron libertad a Amorrortu para que optara por alguien que todavía no había hecho nada como para poner en sus manos un vehículo de semejante cilindrada.

Los dueños de Pitma, que tienen como política dejar hacer, dejaron hacer, pero el resultado salió rana. Es difícil que en cualquier otro club del tamaño del Racing hubieran dejado al responsable deportivo fichar a alguien que, como único mérito demostrable, tenía su larga relación con éste desde su etapa de futbolista. Y esa decisión acabó siendo decisiva porque hizo que el equipo afrontara en calzoncillos tres partidos fundamentales contra la Real Sociedad B, el Amorebieta y el Real Unión que, al final, costaron toda una temporada. Los dirigentes del club acudieron a Portugalete y a Vitoria con la certeza de que si el equipo no ganaba esos partidos tomarían la decisión de cesar a Solabarrieta, lo que quizá también habría provocado la salida de Amorrortu, pero el equipo ganó. Lo que probablemente ya hicieron entonces es tomar la decisión de que había que volver a cambiarlo todo con vistas al próximo curso. El Racing no sólo no ha logrado el objetivo del ascenso, sino que se ha quedado muy lejos.

Eso es lo malo. Sólo un par de semanas estuvo clasificado entre los tres primeros y, en el momento en el que más bajo cayó, incluso se vio en posiciones de tener que pelear por no caer a Tercera RFEF. Es cierto que luego el equipo fue creciendo y al final se ha clasificado sobradamente para jugar en Primera RFEF, pero dio una mala impresión a la hora de la verdad, cuando se enfrentó a los grandes de su subgrupo. Toda esa mala dinámica, que partió desde unas malas decisiones de mercado que llegaron a su más alta expresión con la operación de Lars Gerson, ha hecho que los máximos accionistas hayan decidido hacer borrón y cuenta nueva. A buen seguro que querrán seguir con lo bueno hecho por los técnicos salientes y dotar de mayor nivel al cargo de entrenador y a quien se encargue de armar el equipo. Éste será el director deportivo, una figura que aunará los cargos que ostentaban Menéndez y Amorrortu porque las categorías inferiores serán responsabilidad de César Anievas y Gonzalo Colsa.

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