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El Diario de Cantabria

GASPAR LLAMAZARES

«Una navidad prudente no tiene porque ser menos feliz»

El excoordinador general de IU, Gaspar Llamazares. / ALERTA
El excoordinador general de IU, Gaspar Llamazares. / ALERTA
«Una navidad prudente no tiene porque ser menos feliz»

¿Creo que trabajó en Cantabria?

Después de realizar el Master en Salud Pública estuve un tiempo de profesor en medicina preventiva en Santiago de Compostela y luego pasé a formar parte del equipo de atención primaria del Centro de Salud de Cazoña, en Santander, en el papel de técnico de Salud Pública.

Hicimos en Cazoña un diagnóstico de salud de la zona, y bueno... Luego me nombraron coordinador de IU en Asturias y me tuve que volver. Pero para mí son muy buenos recuerdos aquella época. No solamente tuve buenos compañeros en el Centro de Salud Sino también que me permitió vivir en Santander un lugar muy agradable para mi.

PREGUNTA.-  ¿Continúa su labor en el nuevo partido Actúa?

RESPUESTA.- Bueno ahora con la pandemia y los partidos que no tienen representación parlamentaria nuestra labor ahora es muy limitada. 

Después de haber dejado la representación de IU, de dejar el grupo parlamentario, además de haber iniciado el camino con Actúa, este tiempo lo que me he dedicado es a reflexionar, escribir y a formar parte del debate público. En menor medida en la actividad política directa. 

 P.- ¿Cómo ve la situación política en España en estos momentos?

R.- Creo que nadie se podría imaginar lo que nos hemos encontrado en esta legislatura. Estamos en una situación excepcional y echo de menos un mayor sentido de Estado y una mayor generosidad política. No digo que esto sea parecido a la tónica de la política que yo conocí, pero se echa de menos en la política actual. El populismo que surgió en nuestro país a raíz de la recesión económica y financiera ha simplificado la política, cuando era necesario abordar problemas complejos. Y simplificar problemas complejos no suele ser una buena solución. Creo que es lo que ocurrido en los últimos tiempos y que todavía no hemos sabido recuperar. 

Porque es bien sabido, que algunos dirigentes y partidos han aterrizado muy abruptamente, a veces hasta bruscamente en la política real. Así como la gestión les ha acercado a la realidad, los discursos siguen siendo discursos con muchas aristas. Y los gestos y se acercan más al enfrentamiento que al diálogo. 

No hay más que ver los últimos acontecimientos en Estados Unidos durante las elecciones.  Como los populismos han afectado ya no sólo a la política regional y nacional sino también internacional. Y creo que es un retroceso. 

Además pienso que la oposición no ha entendido que este es un Gobierno legítimo y un Gobierno que va a durar. Eso es malo para todos porque la oposición pierde una oportunidad de hacer política con propuestas y se pierde la capacidad de influir sobre el Gobierno porque con sus acciones provoca el cierre de filas. Creo que está es una posición desafortunada en torno a la pandemia y no está en la evaluación, la crítica y la rectificación en una pandemia como ésta que no sabemos casi nada. Vamos aprendiendo sobre la marcha. Eso de que nosotros sabemos y vosotros mandáis, no... No sabéis. Y en cuanto al Gobierno creo que manda poco en una pandemia como esta que es de carácter global. Las llamadas a la ciudadanía a la responsabilidad es una muestra de ello. 

Necesitamos una Organización Mundial de la Salud con más peso y por supuesto una Unión Europea que vaya más allá de relanzar los fondos. 

P.- ¿Cree que las últimas medidas adoptadas por el Gobierno son las más adecuadas viendo los datos epidemiológicos que tenemos actualmente y sabiendo cómo están las ucis hospitalarias?

R.- Estamos en una situación muy preocupante a nivel hospitalario y a nivel de la ucis. Después de que se ha desbordado la Atención Primaria.

Podríamos decir que no hemos tenido la suficiente dedicación a la Atención Primaria en las últimas décadas, bueno desde que estuve en Cazoña.

Había más una retórica de la Atención Primaria que una verdadera prioridad. Y estamos pagando esas consecuencias. Y luego un menosprecio que esto ya es centenario de la atención a la Salud Pública. Ya no hubo consenso en la en la gripe de 1918 que no fuimos capaces de elaborar una ley de Salud Pública y desde entonces vamos a trancas y barrancas, con una muy buena atención reparadora (podríamos llamarla, técnica y tecnológica) pero una carencia muy importante en materia comunitaria y en materia de prevención. Prevención comunitaria y Salud Pública han sido nuestros talones de Aquiles en esta pandemia. Que nos ha desbordado desde un principio. 

Se hace referencia a que si llegamos tarde o no, el problema es que no teníamos diques de contención. Nuestra ‘Línea Maginot’, hablando en términos de la Primera Guerra Mundial, que es la Salud Pública, que no es la sanidad, es una parte de la sanidad, podríamos llamar que la Salud Pública es la inteligencia del Estado, en materia de salud. Y eso nos ha fallado. Y eso no se improvisa, se construye con los años.

Eso significa una información potente, de alerta y de vigilancia. Significa también aparato burocrático de Salud Pública. Pero eso ha estado ausente de la vida pública. Solamente nos hemos dado cuenta en torno a las últimas pandemias en 2011 que elaboramos la ley de Salud Pública. Pero desde ese año no se ha desarrollado. Y así estamos. Se ha visto en la primera ola y ahora en la segunda ola que tenemos más dificultades de las que deberíamos. Y no tanto por las decisiones científicas que creo que están bien asesoradas, que estamos siguiendo la recomendación de los organismos internacionales de salud, sino por las decisiones políticas.

Para resumir creo que nos ha fallado la inteligencia en Salud Pública y la colaboración política para hacer frente a esta pandemia. La derecha ha utilizado las instituciones autonómicas para hacer política durante esta pandemia, para hacer oposición al Gobierno. No como instrumentos de colaboración con el Gobierno. Y en una pandemia como ésta, o prima la colaboración o realmente nos debilitamos todos.

P.- ¿Cree que la desescalada ha sido demasiado abrupta o se ha llamado mucho a la nueva normalidad?

R.- Es lo que te decía antes de la división política.

Desde el momento en que la derecha y la extrema derecha se desmarcan de las prórrogas y los partidos independentistas juegan al si pero no. Desde ese momento la desescalada estaba prácticamente muerta.

Porque estamos siguiendo en paralelo las recomendaciones internacionales  y vamos acorde con Italia y a otros países. El problema es que los partidos hicieron de la gestión de la pandemia un marco de oposición política y se convirtieron en portavoces exclusivos de unos intereses económicos concretos. El interés del turismo por ejemplo, ha sido letal. Nos hizo creer que era posible salvar la campaña de verano. Y ahora se cree posible la campaña de Navidad. Y ni hablar de salvar la Semana Santa próxima. 

No habido tanto un error científico o de Salud Pública sino que hubo un desbarajuste político que es convertir la gestión de la pandemia en un terreno de confrontación.

P.- ¿Piensa que es necesaria la nueva «ley de la desinformación»?

R.- Creo que es más necesaria que nunca viendo lo que ocurrió en Estados Unidos con las elecciones y en otros países. Se ha tergiversado un poco el fin de esta Ley. No tanto es para el control de medios sino para todas aquellas redes sociales que se prestan a difundir desinformaciones o bulos. Y ha sido una recomendación de la Unión Europea para todos sus estados miembros. Creo que cómo en anteriores ocasiones sobre esta ley se está haciendo una divulgación partidista. 

Yendo un poco a la situación local aquí en Cantabria por ejemplo, se ha prohibido a los medios entrar a la UCI, para la protección de los sanitarios y pacientes. Y nos brindan esa información a través de agencias de comunicación controladas por el Gobierno de la comunidad. ¿Qué le parece esta situación?

R.- Creo que se equivocan. Creo que filtrando la información dando lugar solo a buenas noticias se favorece a la confusión y a la duda. 

Algo de los que nos hemos estado lamentando la sociedad, es de que en la primera ola no se haya sido más transparentes, para que los ciudadanos se den cuenta de la gravedad de la epidemia. Y la ciudadanía debe saber que la gente se está muriendo y que no todos son personas de 90 años, eso hay que transmitirlo a la ciudadanía para luego pedir responsabilidad. Si tú filtras la información o la deformas y la controlas, te estás equivocando. 

Tratar a la ciudadanía como menores de edad es un error y es algo que sucede. Y si a eso le añades que la pandemia se ha convertido en un campo de confrontación de los partidos políticos pues también el control de la información es una tentación casi irrefrenable para controlar la oposición. 

P.- ¿Cómo ve las  navidades que están a la vuelta de la esquina?

R.- De cara a las navidades deberíamos aprender las lecciones de la desescalada desordenada de la primera ola para no cometer los mismos errores. No deberíamos sustituir la nueva normalidad por la vacuna como solución milagrosa. 

Una navidad prudente no tiene porqué ser menos feliz. 

P.- Cambiando un poco de tercio ¿Qué le parecen los presupuestos? 

R.- La mayoría presupuestaria reproduce la mayoría de la investidura, era una de las alternativas y era la más probable, ya que al final Ciudadanos y Podemos se vetan mutuamente. 

Prácticamente desde la moción de censura ya se consolidó la mayoría de investidura y el PP se desmarcó de Vox para disputarle a Ciudadanos los restos del naufragio. 

Un mensaje final…

Vamos a aprender de esto para intentar evitarlo en el futuro. Eso significa reconstruir un muro de seguridad en la Salud Pública. Y también reconstruir los puentes entre las fuerzas políticas. No todo es antagonismo. No todo es confrontación. Creo que lo deberíamos aprender después de esta pandemia. Se lo debemos a todos aquellos que no han podido superar esta crisis. 

«Una navidad prudente no tiene porque ser menos feliz»
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