En medio de la incertidumbre económica, el aumento de los tipos de interés y la desaceleración del mercado residencial en España, los intercambios de viviendas están experimentando un incremento significativo.

Según los datos proporcionados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), durante los ocho primeros meses del año se formalizaron 851 intercambios de viviendas, reflejando un aumento del 3,5 % en comparación con el mismo periodo de 2022. Además, los trueques de fincas también experimentaron un incremento del 16,5 % hasta agosto.

Estos incrementos contrastan con la tendencia a la baja en la compraventa de inmuebles residenciales, que registran una disminución del 6,5 % interanual entre enero y agosto. Todas estas cifras distan mucho de los niveles alcanzados durante el auge inmobiliario, cuando se superaban las 10.000 operaciones anuales.

Andalucía y Cataluña lideran las permutas de viviendas en España durante los primeros ocho meses del año, según los datos del INE, con 140 operaciones cada una, representando entre ambas un tercio del total nacional. En el ranking le siguen Canarias (90), Comunidad Valenciana (87) y el País Vasco (80). Madrid (65) y Aragón (52) cierran la lista de regiones con más de medio centenar de permutas de viviendas formalizadas entre enero y agosto.

La permuta de vivienda, definida por el artículo 1.538 del Código Civil como "un contrato por el cual las partes se obligan a dar una cosa para recibir otra", ha experimentado un resurgimiento en el sector inmobiliario español. Esta práctica, con raíces en el antiguo trueque, se ha consolidado como una alternativa en diversos sectores, incluido el inmobiliario.

En el caso específico de una permuta de vivienda, se trata de adquirir una propiedad sustituyendo el pago en efectivo por otra de valor similar, es decir, intercambiar propiedades entre partes interesadas.

El proceso inicia con la valoración oficial de la vivienda que se desea permutar. Posteriormente, se pone en el mercado hasta que surge un interesado que presente una propiedad que satisfaga las necesidades del otro propietario. Mediante este acuerdo, una de las partes se obliga a transferir su propiedad a cambio de recibir otra, estableciendo así un intercambio mutuo que evita la transacción financiera tradicional.

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