24.04.2024 |
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RACING 2-0 DUX INTERNACIONAL

Mucho con poco

El Racing se quedó con los tres puntos ante el Dux Internacional gracias a dos goles de Soko | El equipo madrileño perdonó al menos cuatro ocasiones muy claras y lo acabó pagando | El equipo verdiblanco no controló el partido

Soko fue el jugador que desequilibró la balanza en el partido de ayer. / Hardy
Soko fue el jugador que desequilibró la balanza en el partido de ayer. / Hardy
Mucho con poco

Es posible que el Racing no mereciera haber ganado el partido de ayer, pero nadie dijo que el fútbol fuera justo. Sí es justiciero y por eso hizo pagar al Dux haber perdonado tres ocasiones que, seguramente, habría marcado en ochenta de cada cien veces que se repitieran. Y eso es lo que no perdona el fútbol. Quien desperdicia semejantes regalos lo acaba pagando y el equipo madrileño lo acabó haciendo ante un rival, el de casa, que fue irregular en el primer tiempo y un fantasma que no sabía muy bien qué hacer en el segundo. Ganó pero va a tener que aprovechar el fin de semana de libranza para pensar si es así como quiere ser de mayor.

Hay que asumir que Racing de Fernández Romo va a jugar a pequeño. Es así. En esta nueva categoría se está encontrando con equipos que quieren jugar a lo que no pueden y de eso piensa aprovecharse, de tener las ideas más claras, de saber que no debe arriesgar y de jugar a robar y al error del rival. Es legítimo. Ha habido quien se ha hecho grande así. Lo que sucede es que, más allá de la imagen de tremenda vulnerabilidad que enseñó ayer en el primer tiempo, en el segundo, ya por delante en el marcador, no fue capaz de enseñar un plan. El técnico acabó el encuentro con un pivote bien pegado a la defensa como Fausto Tienza, con dos laterales en los extremos (Isma López y Jorrín) y Sergio Marcos en la media punta. Todo es un misterio.

Fue Soko quien sacó al equipo verdiblanco del agujero. Castigó al rival en la última acción del primer tiempo con un testarazo y se convirtió en el único argumento ofensivo de los suyos en una segunda mitad para olvidar en la que el Racing se encomendó a que a algunos de sus atacantes se le encendiera la luz. Tanto es así, que no sólo presumió de su habitual capacidad para sacar de remada a sus defensores, sino de una capacidad de remate en el interior del área más propia de Cedric que de un extremo como él. El delantero recibió un pase de Isma López sobre la mismísima línea de cal, vio solo al camerunés y éste, en la esquina del área pequeña, actuó como si estuviera en el salón de su casa. Paró el balón, lo bajó y remató con la zurda hacia donde nada podía hacer el portero. Con eso murió el encuentro. Con 2-0.

Lo normal habría sido que el Racing hubiera comenzando perdiendo 0-2 en sólo seis minutos, pero se fue a descansar con 1-0 y a casa con otro más. Ese primer gol que condicionó el segundo tiempo llegó sobre la bocina gracias a un cabezazo de Soko perfectamente ejecutado tras el saque de una falta de Pablo Torre. Fue la manera de borrar todo lo malo que había sucedido en esos primeros 45 minutos, que había sido mucho. Marcar lo cura todo en el fútbol y de eso viven los que presumen, por encima de todo, de pegada.

Quien no la tiene es el Dux Internacional. Lo dejó claro en media docena de minutos, cuando no impuso el silencio en Los Campos de Sport porque falló dos claras ocasiones que, en condiciones normales, debían haber sido gol. Quien las tuvo fue David Barral y de eso pudo dar las gracias al Racing, que sabe mejor que nadie que es un futbolista al que, hace ya casi tres años, cuando pasó por Santander, el fútbol le abandonó. Se ve que no lo ha vuelto a encontrar.

Cuando el reloj decía que sólo habían pasado cinco minutos desde el pitido inicial, recibió un perfecto centro de su compañero Expósito, el lateral derecho que sorprendió a todos incorporándose al ataque. Como si fuera el primero en su puesto que lo hace. Se encontró un pasillo que aprovechó y el delantero se elevó a la perfección, recordando sus mejores años de goleador. No tenía oposición porque la defensa del Racing no estaba. Había preferido marcharse de viernes noche y permitió a Barral que cabeceara a placer. Él lo hizo. Lo tenía todo para él pero la pelota se fue desviada por apenas un metro.

Más clara fue la que tuvo el gaditano sólo un minuto después. Fue otra acción que sonrojó a todos los presentes en Los Campos de Sport. El Dux, que se presentó con la intención de jugar en corto y desde su propia área, fabricó una acción desde su campo que pareció más de entrenamiento que de partido. Delante, en lugar de tener a jugadores del Racing, parecían tener a esos monigotes que se usan en el trabajo del día a día. Álvaro le ganó la espalda a Unai Medina casi sin querer y, cuando éste le cedió la pelota a Barral, éste, que no se caracteriza por su endiablada velocidad, sorprendió a Mantilla y Pol Moreno para presentarse cara a cara con Lucas Díaz. Increíble. La retaguardia local aplaudía en vez de defender. El veterano ‘nueve’ del Dux lo tenía todo para él pero de nuevo volvió a perdonar. Esta vez, la pelota se fue alta.

La jugada acabó con Mantilla en el suelo porque había recibido un golpe en la cabeza que le hizo sangrar. Y, paradójicamente, el hecho de que las asistencias estuvieran trabajando en su herida durante dos minutos, detuvo la sangría. Paró el partido, los jugadores del Racing reflexionaron y comenzaron a jugar. En ese momento lo más normal habría sido que ya hubieran ido perdiendo por uno o dos goles pero todo seguía igual. Despertaron con la certeza de haber sufrido una pesadilla que desapareció al levantarse de la cama. Fue entonces cuando el conjunto cántabro comenzó a jugar.

Lo malo es que la defensa no terminaba de tener un buen despertar. De hecho, a los 32 minutos volvió a transmitir una imagen de vulnerabilidad tremendamente preocupante. Nadie sabe dónde se quedó la retaguardia solvente y fiable con la que el Racing había amenazado durante la pretemporada. Se esfumó. Se quejó su entrenador en Barreiro de estar recibiendo goles con suma facilidad y ayer éstos no llegaron por la escasa calidad de sus atacantes, pero lo más preocupante fue toda esa colección de concesiones con las que no se puede ir a ninguna parte.

En ese minuto 32, fue Álvaro quien entró como Pedro por su casa en el área racinguista. Cogió el balón casi en el extremo del círculo central y avanzó sin que nadie le parara. Dejó a no menos de tres jugadores del Racing atrás penetrando por el carril central del campo. No se presentó frente a Lucas Díaz avanzando por un extremo o por algún espacio abierto por algún despiste, sino por el mismísimo centro. Parecía como si los defensores quisieran que marcara, como si fuera el típico partido de final de curso en el que hay uno que necesita ganar y otro al que no le importa perder. Ya saben...

Álvaro perdonó como lo había hecho Barral anteriormente. En esta ocasión, intentó ajustar el balón al palo pero se le fue desviado. Quizá en estos mano a mano errados por el Dux hay que dar mérito a Lucas Díaz y su capacidad para conseguir que se le haga de noche al delantero, pero lo cierto es que el equipo madrileño nunca lo volverá  tener tan fácil para marcar e incluso ponerse por delante en Los Campos de Sport.

Quien perdona lo paga y por eso a los jugadores de Alfredo Santaelena, que estaba en el palco, seguramente no les sorprendió lo que terminó sucediendo. Al Racing le costó más de diez minutos comenzar a jugar en campo rival y lo consiguió aprovechando que el bando madrileño se pasó los primeros veinte intentando iniciar desde su propia área. No le salía bien. La presión del Racing funcionaba pero lo malo es que después no tenía muy claro qué hacer con el balón.

Repitió Fernández Romo el mismo once que en Barreiro y, por lo tanto, volvió a situar a Borja Domínguez en la sala de máquinas. Estuvo éste cargado de luces y sombras. Perdió mucho balón en zonas que obligan a encender la luz de alarma pero aportó criterio en algunas acciones. Lo que costó fue superar líneas, avanzar metros y conectar con la gente de arriba. Al final, este Racing va de hacer llegar la pelota a Pablo Torre cuanto antes y en las mejores condiciones posibles y fue cuando éste empezó a entrar en contacto con el balón cuando su equipo consiguió que pasaran cosas. El de Soto de la Marina, escorado generalmente a la izquierda, conectó bien con Bustos y con un Satrústegui al que le costó animarse a ir más allá de la línea de medios pero que lo terminó haciendo en la recta final del primer tiempo. Y su equipo lo agradeció.

Lo cierto es que, a pesar del doble susto inicial, el Racing fue capaz de fabricar ocasiones claras antes del gol. Comenzó Bustos con un lanzamiento de falta desde su lugar favorito, el mismo desde el que estampó tres balones a la madera el curso pasado, que se fue alto por poco. El extremo asturiano contaría con otra buena situación segundos después de aquel paseo de Álvaro por el corazón de la defensa racinguista. Apareció Soko por la derecha y envió el balón a su compañero de la otra banda, que encontró situación de disparo, pero su remate se fue fuera.

También Pablo Torre llegó y remató. El de Soto de la Marina se encargó de dar sentido a todo y combinó incluso con Satrústegui a los 34 minutos, después de librarse de su par en el medio campo con una hábil maniobra y girando sobre sí mismo. Avanzó, propuso una pared al lateral zurdo, la aceptó y el canterano terminó rematando en el interior del área con sumo cuidado de no perder el control del disparo. Poco antes, él mismo había cogido un rechace que finiquitó él mismo haciendo que el balón besara el palo. No marcó el canterano pero sí dio la asistencia del 1-0 que cambió la historia e hizo todo un poco más fácil en el segundo tiempo, en el que el Dux también dispuso de dos ocasiones para haber empatado pero no lo logró. Porque no fue capaz el Racing de tener bajo control el encuentro ni sin balón ni mucho menos con él. Haría mal el conjunto cántabro de sacar pecho por la victoria de ayer porque lo normal es que cualquiera de las claras que tuvo el equipo madrileño hubiera entrado. Tiene mucha pólvora arriba pero pasan demasiadas cosas atrás.

Mucho con poco
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