25.04.2024 |
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Racing 0-0 Deportivo. Máximo respeto

Racing y Deportivo empatan sin goles en El Sardinero tras un partido en el que ambos equipos estuvieron más pendientes de contrarrestar las virtudes del rival que de explotar las propias | El equipo local tuvo más ocasiones

Mantilla fue el elegido para ocupar el lateral derecho. / Hardy
Racing 0-0 Deportivo. Máximo respeto

No fue el partido más brillante y divertido, pero fue un buen partido de fútbol. Faltaron los goles y, qué demonios, una victoria del Racing, pero nadie volvió a casa decepcionado y con la sensación de haber desperdiciado una mañana de verano en pleno mes de octubre. Fue un duelo entre iguales, de poder a poder, con múltiples batallas tácticas y, por encima de todo, mucho respeto. Los encuentros más esperados y que más expectación levantan no suelen estar nunca a la altura del espectáculo demandado porque, por encima de todo, hay miedo a tirarlo todo por la borda, a cometer un error que haga más grande la decepción. Quien quiera comprobarlo, que haga un repaso a las últimas grandes entradas en El Sardinero en los últimos tiempos. Rara vez la fiesta cumple lo que promete. No suele haber ni goles. Ayer tampoco.

El de ayer fue un partido de entrenadores. Los jugadores quedaron en un segundo plano porque, a pesar de todo el talento que se acumuló sobre el terreno de juego, nadie fue capaz de romper el guión con una genialidad individual de las que obligan a tirar la pizarra a la basura. Ésta se mantuvo intacta, imponente desde su atalaya. Ambos equipos jugaron mucho más a anular las mejores virtudes de su rival que a explotar las suyas propias, por lo que apenas hubo ocasiones. Eso no quiere decir que no las hubiera muy claras, por lo que, aunque el encuentro terminó en tablas,  pudo haber terminado de cualquier manera.

La prioridad por parte de ambos conjuntos fue no descomponerse, mantener su estilo propio pero, por encima de todo, el orden. Y cumplieron en prácticamente todo momento. Sólo una vez se desorientó la defensa del Racing en todo el partido y no encajó un gol que lo habría cambiado todo de milagro. Sucedió a la media hora de juego. Eneko Satrústegui, de lo mejor de su equipo ayer, se incorporó al ataque perdiendo el balón en campo rival. A partir de ahí, el Deportivo armó un rápido ataque que cogió a la retaguardia cántabra desajustada por ir a cubrir el espacio dejado por el navarro. Rafa de Vicente sacó el violín y le dio un enorme pase a su compañero William que, de pronto, se encontró completamente solo ante Miquel Parera. Llegó al área por su parcela central y quiso librar al portero, que salió, como acostumbra, con decisión, buscando su palo izquierdo. El balear se tiró al lado opuesto pero tuvo los reflejos suficientes para despejar la pelota con los pies cuando ya casi estaba en el suelo.

El menudo guardameta verdiblanco comenzó ofreciendo algunas dudas pero ya ha hecho paradas de las que dan puntos tanto en Badajoz como ayer contra el Deportivo. No volvería a tener que intervenir hasta mediado el segundo tiempo, cuando se tuvo que estirar para atajar un intencionado remate de Miku a la media vuelta. Nada más. Ahí estuvo el bagaje de un equipo gallego que fue mejor en algunas fases del encuentro y que tuvo más el balón pero que no logró acumular llegadas que le hubieran permitido merecer más.

La prioridad de Borja Jiménez fue anular las bandas del Racing. Lo consiguió en un primer tiempo en el que Soko y Bustos trabajaron mucho más de lo que crearon. Prácticamente no se les vio en ataque, sobre todo al asturiano, que enseñó su mejor versión tras el paso por vestuarios. A pesar de que el Racing salió con dos centrales en los laterales, su rival obligó a los extremos a estar demasiado bajos, por lo que le costó mucho al equipo verdiblanco construir transiciones. Rafa de Vicente, titular ayer en la que fue su casa, se escoraba constantemente a la izquierda obligando al extremo camerunés a colaborar atrás de manera más activa de lo que en él es costumbre. Fue la mejor manera de desactivar las mejores herramientas racinguistas para hacer daño.

El equipo gallego fue mejor en el primer tiempo, pero a los puntos ganó el Racing. Es a lo que juega el conjunto cántabro, que a los cuatro minutos ya dispuso de un buen remate de Bustos a centro de Cedric para haberse adelantado y que sólo un minuto después, al saque de un córner, Bobadilla desperdició un balón que sólo necesitaba ser empujado para irse directamente al marcador. El central riojano ni mucho menos se esperaba un regalo así y vio pasar la pelota frente a él queriendo pero no pudiendo, intentando reaccionar pero quedándose a medias. Sólo volvió a moverse correctamente cuando se echó las manos a la cabeza para lamentarse.

Ninguno de los dos equipos apostó por presiones altas ni asfixiantes, por lo que dejaban tocar a los centrales. Eso hizo que apenas hubiera pelotazos ni balones en largo. Ambos querían respetar los galones que llevaba el partido y que de verdad pareciera un envite propio de otra categoría. La diferencia era que el Deportivo parecía tener más claro qué hacer con la pelota y, poco a poco, incluso consiguió que los once jugadores del Racing defendieran en su propio campo. El gran objetivo de los entrenados por Fernández Romo fue anular el juego por dentro de su contrincante y lo logró, ya que tener más balón no fue, ni mucho menos, sinónimo de asedio alguno.

Fernández Romo recuperó su once tipo y volvió a poner a Íñigo en su sitio para que jugara junto a Borja Domínguez. Sacrificó a Fausto Tienza, que entró en el segundo tiempo como también lo haría Sergio Marcos para jugar en el puesto de Pablo Torre, que de nuevo se marchó a falta de veinte minutos para que terminara la contienda. El medio centro extremeño, que venía de firmar su mejor partido con la casaca verdiblanca, tuvo en sus botas la mejor oportunidad de los suyos en todo el segundo tiempo para haber asestado un duro golpe al Deportivo. Se asoció con Marco Camus, que entró por Álvaro Bustos para buscar ese atrevimiento que necesitaba un partido tan serio para romperse, y remató en el interior del área con intención, pero el balón lo atajó Mackay.

Sucedió a falta de ocho minutos para el final y cuando el Racing parecía estar dispuesto a dar un paso hacia delante espoleado por una afición que superó las mejores expectativas y que entendió la seriedad de la contienda más allá de sus ganas de fiesta. Sin embargo, poco después de ese remate, el propio Tienza cometió dos faltas en campo propio que, además de suponer un riesgo evidente, ya que el balón parado es siempre la mejor arma para llevarse un partido así, cortó el ritmo y la dinámica que llevaba el juego. Tanto es así, que dio la impresión de que ese coletazo final que quería haber dado el Racing, lo acabó dando el Deportivo.

Su champa final no le dio para demasiado porque la retaguardia verdiblanca se mantuvo tan sólida como ordenada. El equipo de Fernández Romo podrá ganar o perder pero se antoja complicado que se vaya a venir abajo algún día. Sólo un par de balones aéreos bien solventados generaron más incertidumbre que miedo mientras que quien de verdad disparó el último fue el pistolero de casa. El árbitro había ordenado descontar tres minutos y justamente cuando el reloj llegó al 93, Marco Camus penetró en el área por la banda derecha y armó de manera veloz un disparo tremendamente duro que fue al primer palo, donde estaba perfectamente colocado Mackay. Por ahí, es difícil superar a un portero tan bueno.

Si Camus estaba por la derecha fue porque acababa de entrar Manu Justo, que era quien se había situado en la izquierda. Fernández Romo le dio entrada en el 91. Esto, sumado a que, al igual que harían los del Deportivo, los otros jugadores sustituidos se lo habían tomado con calma a la hora de retirarse, invitó a concluir que ambos dieron el empate por bueno. Nadie tenía prisa. Había más miedo a perder que ilusión por ganar y empatar a puntos a Unionistas y Rayo Majadahonda en lo más alto de la tabla.

Y eso que el Racing dio una mejor sensación en el segundo tiempo. No jugó tan atrás y tuvo minutos en los que dio la impresión de que en cualquier momento se le podía encender la luz a cualquiera de los de arriba, pero nadie llegó a dar ni tan siquiera el interruptor. En el arranque de la esa segunda mitad, hubo una larga jugada en el área deportivista que remató primero Bustos y que culminaría un centro chut de Soko. El Deportivo respondió a esa inercia del conjunto cántabro metiendo a más peloteros en escena y eso hizo, a la larga, que hubiera que correr más detrás del balón. Es algo que tampoco le importa al conjunto cántabro. Le parece bien. Agradece que le dejen esperar la oportunidad de robar y correr. Con Sergio Marcos, un futbolista que se alía con los medio centros más que Pablo Torre, pudo recuperar algo más de balón para, con el resto de cambios, intentar terminar con una marcha más, pero el plan no terminó de funcionar. El técnico incluso quitó a Cedric, algo que nunca habría hecho antes, para dar una oportunidad a Jack Harper. Parece claro que tiene grandes esperanzas puestas en él. Quizá el miércoles tenga la oportunidad de jugar incluso de inicio. Pero esa será otra historia.

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