19.04.2024 |
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La prohibición de caza en los Parques Nacionales, fuente de problemas

Un cazador aguarda en su puesto de tiro. / Saja
Un cazador aguarda en su puesto de tiro. / Saja
La prohibición de caza en los Parques Nacionales, fuente de problemas

La Plataforma de Afectados de Parques Nacionales dice que la prohibición de la caza en estos espacios protegidos están generando más daños en la flora, más riesgos sanitarios y más accidentes de tráfico. En su última publicación, se ha vuelto a mostrar favorable a la actividad cinegética porque considera que sin ella el futuro de los parques está en malas manos y su estado se convertirá en deplorable.

La plataforma es una organización para la conservación del medio ambiente, algo que, aunque pueda parecer un mensaje ecologista, es realmente un grupo de trabajo por estos espacios sabiendo lo que realmente hay que hacer para protegerlos y mantenerlos. Defiende los derechos de aquellos afectados por la ley de parques nacionales que impide el desarrollo socioeconómico de los municipios ubicados en zonas de espacios protegidos, según se recoge en la revista Club de Caza, por considerar la actividad cinegética como una herramienta imprescindible para asegurar la persistencia de estos espacios, así como de su flora y fauna. En determinadas ocasiones se ha manifestado por la defensa de la caza en zonas como Cabañeros o Monfragüe donde se han cometido atrocidades desde la prohibición de cazar en su interior. Además, esta plataforma se ha unido también a la celebración del 20M Rural para luchar entre otras con esta prohibición.

CANTABRIA. El Parque Nacional de Picos de Europa ha cumplido ya su primer año como espacio libre de caza después de que el pasado 4 de diciembre de 2020 entrara en vigor la Ley de Parques Nacionales de 2014, tras una moratoria de 6 años. Desde entonces se han realizado algunas monterías por daños en los montes de Peña Salvorón, y de Panda y Canales, pertenecientes al municipio lebaniego de Camaleño, y en los valles leoneses de Valdeón y Sajambre. En estas cacerías participan grupos de cazadores locales de un máximo de 30 componentes. Las batidas adjudicadas a las juntas vecinales de los terrenos afectados, se han venido llevando a cabo entre los meses de febrero y marzo.

De este modo, después de una moratoria de seis años, los valles cántabros y leoneses se despidieron de la caza deportiva y están tratando de adaptarse a la ausencia de esta actividad que durante los meses de otoño e invierno dejaba cuantiosos beneficios económicos en la zona, tanto en conceptos de derechos caza, como en la subasta de piezas, restaurantes, hoteles, gasolineras, etc. Los ayuntamientos y las juntas vecinales, propietarias de los derechos cinegéticos en la zona, iniciaron después de la prohibición las negociaciones con Parques Nacionales para fijar una indemnización que compense la pérdida de esos ingresos en la zona, negociación que se encuentra en estos momentos con las espadas en alto por la diferencia de criterios para fijar las compensaciones.

La situación ambiental en la que queda este espacio natural preocupa, ya que la caza ejercía como controlador poblacional de las distintas especies. «Lo que más nos preocupa es controlar la población de jabalí, que es la que más daño puede hacer, y también la de lobos, pero en este caso no podemos hacer nada», explicó el director de la vertiente leonesa del Parque Nacional de Picos de Europa, Mariano Torre. En el caso del jabalí, la proliferación de la especie causa numerosos problemas, ya que arrasan con los cultivos, y suponen una amenaza para los llamados prados de siega, autenticas ‘joyas’ de la biodiversidad del parque, y con un alto grado de protección ambiental.

Además, según indicó Torre, el jabalí es un competidor natural por la comida del oso pardo, ya que come todo tipo de frutos secos, arándanos, bellotas y castañas imprescindibles para asegurar la energía que el oso necesita para afrontar el invierno. «Por la vertiente leonesa hemos notado la presencia de varios osos pero no tenemos constancia de que ninguna osa con crías esté asentada aquí, y ese es uno de nuestros objetivos, fijar población, por lo que el jabalí es un problema», matiza el director.

No es el caso del lobo, cuya población está creciendo exponencialmente en el parque, sin que se pueda hacer nada al respecto, ya que su reciente inclusión por parte del Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial (Lespre) impide cualquier tipo de control poblacional.

Por lo que se refiere al resto de las especies, corzos, zorros, rebecos o cabras, las poblaciones están más o menos estables, aunque no se descantan controles en algunos casos.

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