25.04.2024 |
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CELTA B 0-1 RACING DE SANTANDER.

Con perdón en el área

El Racing encaja en el campo del Celta B su segunda derrota en cuatro partidos  unque fue superior durante los primeros 60 minutos, no acertó a rematar el partido mientras que su rival marcó dos goles en apenas dos llegadas

Unai Medina, pugnando por un balón ante la atenta mirada de Lucas Díaz. / celta
Unai Medina, pugnando por un balón ante la atenta mirada de Lucas Díaz. / celta
Con perdón en el área

 

El Racing sigue sin saber ganar en Barreiro. Con la de ayer, ha jugado cuatro veces allí y ha cosechado dos empates y otras tantas derrotas. Son estadísticas acumuladas de su pasado reciente de las que sólo interesa o importa el último resultado. Qué más da lo que sucedió allí hace cinco temporadas porque no queda ni el apuntador de aquel episodio. Lo que preocupa es que el 2-1 de ayer se suma al 1-0 de Las Gaunas. Dos partidos a domicilio ha jugado el conjunto cántabro contra dos equipos que debían servir para medir su nivel y alcance y ambos los ha perdido. No es la mejor manera de empezar.

Lo peor es que ambos encuentros tuvieron sus elementos comunes. Ambos tuvieron momentos en los que el Racing fue mejor pero éste no lo supo aprovechar. Ayer, de hecho, fue mucho mejor durante todo el primer tiempo. Quizá lo normal es que hubiera dejado el encuentro incluso encarrilado, pero lo dejó cargado de suspense e incertidumbre. Cuando salió de vestuarios la historia había cambiado y la bola, como en Logroño, cayó para el lado contrario. Los hombres de Fernández Romo volvieron a estar más voluntariosos que eficaces en las áreas y eso les terminó condenando a quedarse una semana sin sumar y, por lo tanto, alejándose un poco más de los que apenas fallan.

Vendió el Racing durante buena parte de la pretemporada que, le salieran bien o mal las cosas durante el curso, al menos sí iba a ser un equipo fiable y solvente atrás. Poca cosa queda ya de eso. Ayer concedió dos goles de los que bien se podían haber evitado con una retaguardia más dura y expeditiva. En ambas acciones dio la impresión de haber marcado el Celta B demasiado fácil, no con una alfombra roja pero sí con una puerta abierta que, obviamente, los hombres de Onésimo aprovecharon.

Fueron dos goles dolorosos en lo material y en lo emocional. El primero cortó en seco la alegría del Racing por haber anotado un gol cuando el partido aún se estaba calentando y el segundo provocó que los hombres de Fernández Romo lamentaran su mala suerte por haber perdonado tanto y verse, de pronto, con la necesidad de remontar. Lo intentaron pero con más voluntad que acierto. Como en Logroño, dio la impresión de que podían haber estado jugando otra media hora sin que el empate hubiera llegado. La dinámica verdiblanca fue, claramente, de más a menos.

El gol de Álvaro Bustos a los ocho minutos de encuentro parecía que iba a hacer plácida la mañana sobre el césped de Barreiro. En él presentó Fernández Romo un once inicial muy similar al que había goleado al Talavera ocho días antes en el segundo tiempo. Se consumó el cambio en el lateral izquierdo para que jugara por ahí Satrústegui y Mantilla inauguró su cartel de titular. Por ahí, ninguna sorpresa. Sí la hubo con Borja Domínguez, que se estrenó como titular en detrimento de Sergio Macos, que, curiosamente, venía de firmar su mejor actuación con el Racing. Sin embargo, eso no es argumento para ganarse la continuidad al día siguiente porque el campo y el rival es otro y el entrenador quería otra cosa diferente en la sala de máquinas.

Es poco probable que Fernández Romo quisiera aprovechar el impulso moral de jugar en casa, ya que Borja Domínguez es de Vigo y a buen seguro que ayer tendría a buena parte de su familia y amigos en la grada. Uno siempre se quiere gustar más cuando pasa por casa y lo cierto es que su rendimiento fue, por encima de todo, prometedor. Estuvo bien con el balón, lo movió bien e incluso se presentó en el área con cierta asiduidad (a punto estuvo de marcar el 1-2), pero sí da la impresión de faltarle todavía un poco para estar en su mejor versión. Con todo, resultó clave para que el Racing estrenara el marcador, ya que de sus botas salió el balón que recogería Álvaro Bustos en el corazón del área para, tras girar sobre sí mismo, inaugurar el marcador.

Ese 0-1 ponía el partido donde el Racing quería. Su entrenador se frotaba las manos. Aunque de primeras siempre da la impresión de querer jugar la pelota en corto y con cierto ritmo, el paso de los minutos acaba descubriendo a un conjunto cántabro que, sobre todo, se siente cómodo sin balón e intentando robar lejos de su área. Y en ese punto se llegó a poner ayer las botas exprimiendo al máximo esa constante intención del Celta B de sacar jugada la pelota desde atrás. Corría los riesgos que ni mucho menos corría el conjunto cántabro, que no tenía rubor en enviar el balón directamente a campo contrario para comenzar a jugar allí y que, sobre todo, se mantuviera lejos de Lucas Díaz.

Por eso al equipo cántabro se le presentó el escenario ideal cuando se vio por delante. Aquello obligaba más al rival mientras que él se encontraba más liberado para jugar como más le gusta. Sin embargo, poco le duró la fiesta. Apenas un minuto después de que el filial celeste sacara de medios tras el 0-1, empató. Fue un gol con aspecto de barato, con Carrique incorporándose a placer al ataque por su banda derecha y, en el momento dado, trazar un centro largo en diagonal hacia Alfon, que le ganó bien la espalda a Unai Medina. El atacante se plantó ante el portero y definió bien marcando a Lucas Díaz, como la semana anterior el Talavera, por su palo.

Aquello obligaba a comenzar la historia y la historia fue claramente verdiblanca. El encuentro se abrió, estuvo movido, interesante y hasta entretenido. El Celta B insistía en tocar en corto mientras que el Racing apostaba por una verticalidad  que pretendía sacar el mayor partido posible de sus veloces extremos y de un Cedric siempre con el gatillo cargado. Parecía cantado que el 1-1 no iba a durar demasiado y quien más cerca estuvo de mandarlo a la basura fue el autor del primer gol del encuentro. Fue increíble lo que falló a los 21 minutos. Le llegó un balón muy cerca del palo, hacia su pierna buena, con el portero batido, sin apenas oposición y la portería vacía. Fue de esos goles que parecen más difíciles de fallar que de marcar, pero lo falló. El asturiano cruzó el remate de tal manera que acabó dando al poste y saliendo fuera. Podría al menos haber entrado para dentro, pero hay alguna meiga gallega que no quiere que el Racing gane en Barreiro.

La sensación de peligro que transmitió el conjunto cántabro en el primer tiempo fue patente pero se marchó a descansar con un empate que entendía que no merecía como tampoco había merecido irse perdiendo en Las Gaunas quince días atrás. Así se escribe el fútbol. Con todo, volvió al campo tras el descanso con la intención de mantener la dinámica del primer tiempo pero ya no le salió tan bien. Su juego se mostró más espeso y, para colmo, apenas quince minutos después de la reanudación encajó un gol que le sentó como un disparo en el ombligo.

Tras el saque de un córner, se formó un barullo dentro del área que los jugadores del Racing no supieron gestionar. Pecaron de inmovilidad, sin tener muy claro si salir a comerse el balón o si quedarse en su sitio formando una muralla frente a la portería. De ahí sacó petróleo Álex Martín, que fue quien se hizo con el balón y quien, tras un ligero desplazamiento a la derecha, remató hacia donde sabía que no iba a llegar Lucas Díaz. Aquello dolió. Lo normal fue echar la mirada hacia atrás y recordar los minutos de dominio desperdiciados. Por eso se notó el golpe anímico.

Quiso reactivar a los suyos el entrenador con una serie de cambios que no lograron cambiar la dinámica a la que parecía dirigirse la contienda. Fernández Romo se mostró cauto, sin querer hacer tantas cosas como intentó en Logroño para no desequilibrar a los suyos y se limitó a cambiar hombre por hombre: Tienza por Íñigo, Camus por Bustos, Sergio Marcos por Borja Domínguez, Dani González por Pablo Torre y Carlos Castro por Soko. De poco sirvió. Más allá de un centro chut de Bustos que se fue envenenando y una buena acción de Camus, casi estuvo más cerca el 3-1 en alguna de las contras de las que dispuso el filial que el empate. Y eso no es bueno. No está bien.

Con perdón en el área
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