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Pindado Uslé, caballero agradecido

Observar a Jesús Pindado Uslé atravesar la emblemática Plaza Pombo es viajar en el tiempo. Es ver a un caballero de los de toda la vida, que devuelve los afectuosos saludos de quienes le reconocen -a pesar de caminar oculto bajo mascarilla y gorro bucket oscuro-. Es retrotaerse a una época de distendidas tertulias, de Periodismo de la vieja escuela, cultura a espuertas y saber estar.

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Pindado Uslé, caballero agradecido

Periodista, escritor, doctor universitario por partida doble, el próximo 25 de marzo presentará en la Librería Gil -a partir de las 19.00 horas- su último libro, ‘Perfiles de amistad’. Obra que nace «para hablar bien de la gente» y también, agrega Pindado, «para dar las gracias a muchas de las personas que se portaron bien conmigo».

Ya acomodado en una de sus habituales ‘oficinas’, en este caso la terraza de una céntrica cafetería de Santander, y en una mesa bien resguardada de un viento sur nada cálido tras besar las nevadas cumbres pasiegas, Pindado habla de amistad, agradecimientos y nostalgia. «Este libro es un elogio compartido a gran cantidad de personajes más o menos conocidos con los que he forjado amistad», explica. Y cuando de la boca de alguien como este trasmerano (Beranga 1948) sale la expresión personajes más o menos conocidos, eso engloba a por ejemplo, personas de la talla de Pío Muriedas, Eulalio Ferrer o Manu Leguineche, por citar solo algunos. «Me he pasado la vida criticando a la gente en espacios como ‘La vara’, y me faltaba un trabajo donde hablase bien de la gente», reconoce. Por ello, durante unos cinco meses de este tiempo pandémico, el periodista cántabro estuvo sumido en «recuerdos y nostalgia», en lo que así califica como un periodo «muy agradable».

Todos esos recuerdos toman forma en un trabajo que es en sí mismo un «género mixto entre lo periodístico y lo literario», apunta. De este modo, el lector encontrará desde descripciones físicas de cómo vestían los personajes a extintos locales hosteleros, pasando por anécdotas y situaciones que hoy en día no se dan.

¿Siente entonces el señor Pindado nostalgia de cómo era antes Santander? «Sí, antes había en Santander tertulias, y con su desaparición se pierde un modo de convivencia y cierto sentido monográfico de los temas. Santander y Torrelavega se han quedado sin tertulias y con ello se va un tipo de sociedad, que da paso a otra con más urgencia», lamenta.

Enumera el escritor algunas de esas tertulias, caso de una taurina, de otra literaria en el antiguo Ateneo, y la «muy célebre» de Frypsia, cuyo antiguo dueño, Pepe Mantecón, también aparece en este libro.

Por todo ello, la última obra de Pindado es un repaso a toda una vida a través de amistades, articulada en base a un índice donde surgen los personajes a medida que los ha ido conociendo. A través, de artículos o mini ensayos, hallará el lector un nexo común, que revela el autor: «La circunstancia exacta de cómo los he conocido y cómo se ha forjado esa amistad».

Pero, ¿quiénes son esas personas? «Muchas de ellas son personas que admiraba, mayores que yo la mayoría», comenta Pindado. El listado impresiona. El autor solo interrumpe su apasionada exposición para dar pequeños sorbos de su infusión y combatir así el frío de una tarde invernal que comienza a dar paso a la noche. «Hablo de Eulalio Ferrer y de Ángel Losada, montañeses en México», señala.

Del primero relata su periplo por México que le preparó el publicista en México, Guadalajara y Monterrey con motivo de un ciclo de conferencias, entre otros aspectos. Mientras que del segundo ofrece todo tipo de detalles, incluso de aspectos como la cantidad de dinero que le dio para que se comprara su primer coche al llegar a su destino en su largo periplo estadounidense de casi veinte años.

Asimismo, Pindado reúne aspectos de varias personas que pueden llegar a asombrar, razona. «De Segundo López Vélez, quien fuese director del Hospital Marqués de Valdecilla, queda reflejada su ternura, y eso mucha gente no se lo podría creer», ejemplifica. Otra de las historias destacadas de ‘Perfiles de amistad’ es la del arquitecto Ricardo Lorenzo, con quien entabla relación Pindado al ayudar al padre del arquitecto a localizar un libro en Estvdio.

Pero no solo habla Pindado de su amistad con personalidades políticas estadounidenses o cántabros de renombre. «Hay personas en estas páginas como Luis Carral, conocido por ser el propietario de un gimnasio, u Olga Sáiz, una funcionaria y amiga extraordinaria», apunta.

En lo que respecta a sus relaciones con periodistas, también aborda su inmersión en la profesión. «Recojo mi relación con Juan Antonio Sandoval, Manu Leguineche y Florencio de la Lama, que «mató» con el periodismo mi vertiente literaria».

El último de los capítulos es ‘A la vuelta’, y se detiene en cómo fueron las relaciones y algunos cambios tras su retorno de EEUU. En cambio, no aparece nadie de su etapa en la CEOE en tierras americanas, periplo de dos décadas. ¿Por qué?. «Porque ninguno de ellos era amigo», zanja. Tampoco aparecen personas como Buero Vallejo o Dámaso Alonso u otros con quienes tuvo relación Pindado. Y es que, esas amistades, «dan para otro libro», advierte el periodista cántabro.

El abogado Juan José Torres Cantalapiedra es el prologuista de la última obra de Pindado, a quienes acompañará en la presentación el periodista Fernando Collado. Cita en la que también podrá verse en directo la portada del propio libro, obra del artista Pedro Sobrado. En ella aparece el rostro de Pindado, junto a un dibujo con fragmentos del Palacio de La Magdalena, el edificio de Correos en Madrid y la Estatua de la Libertad de Nueva York. El libro recoge, en definitiva, la vida de un hombre con una vida «que no es normal» a la vista de «tantas peripecias y tan anómalas», reconoce. Y su mirada está llena de satisfacción, de una vitalidad que poco a poco recobra tras luchar en los últimos tiempos contra las «tempestades» de la vida.

El autor de ‘Perfiles de amistad’ se despide desde su asiento en la terraza, no sin antes agradecer por última vez la distendida charla. Caballero de otro Santander, de una sociedad en la que no había tantas prisas, «tanta urgencia» como gusta decir. Y sobre manera, un caballero agradecido.

Pindado Uslé, caballero agradecido
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