19.04.2024 |
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Antón García Abril, músico de cine y televisión

El prolífico compositor turolense Antonio García Abril.
El prolífico compositor turolense Antonio García Abril.
Antón García Abril, músico de cine y televisión

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atural de Teruel, donde nació en 1933, cursó sus primeros estudios musicales en dicha ciudad y en Valencia, para trasladarse a los veinte años a Madrid donde prosigue su formación en el Real Conservatorio, con maestros como Julio Gómez y experiencias directas con músicos de la talla de Jesús Guridi, Federico Moreno Torroba y Óscar Esplá, cuyos estilos influyen decisivamente en el joven turolense. Ya profesional, pasa a formar parte de la célebre generación musical del 51 al lado de nombres determinantes de nuestra música contemporánea como Cristóbal Halffter, Luis de Pablo, Ramón Bence, Moreno-Buendía o Manuel Blancafort. Pese a ello, García Abril siempre mantuvo una personalidad muy libre, algo que se refleja en su música, siendo, además, un adalid en defensa de la melodía. Ese fue, precisamente, el título de su discurso de entrada en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, reivindicando la música popular, algo que no lo apartaba de una experimentación que, en ocasiones, llegó a entrar en la verdadera vanguardia. 

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García Abril se habría de convertir en uno de los más prolíficos compositores contemporáneos españoles, con una obra que, solamente en lo que respecta a acompañamientos musicales en cine, teatro y televisión, supera las doscientas composiciones entre largometrajes, documentales y series.  

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Su virtuosismo creativo era extraordinario, componiendo todo tipo de música, desde óperas, conciertos para diversos instrumentos, música de cámara y para orquestas sinfónicas, hasta cantatas, música para ballets y teatro. Quiero, sin embargo, ceñirme ahora a su trabajo cinematográfico y televisivo, siempre inspirado, en el que destaca sobremanera el dedicado a la filmografía, entre otros, del director Pedro Lazaga. Nada menos que setenta y una composiciones de las noventa y tres películas que dicho director rodó y con quien comenzó a colaborar en 1955.

Una música que lleva el sello inconfundible del talento de Antón García Abril que siempre ajustaba perfectamente a la acción de cada caso, hasta el punto de que, en la gran mayoría de las ocasiones, esos títulos son recordados de inmediato en cuanto oímos los compases ideados por el compositor. 

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Las composiciones son variadísimas, de acuerdo a la temática argumental de cada película, pero es palpable una línea en la sintonía que se acopla muy bien al ritmo que cada director imprime a sus rodajes, como sucede en tantas comedias costumbristas. Pero no solo, pues además del citado Lazaga (fallecido en 1979), García Abril trabajó asiduamente con realizadores como Fernando Fernán Gómez, Pilar Miró o Mario Camus entre otros muchos, creando sorprendentes columnas sonoras en filmes de le envergadura de ‘La colmena’, ‘Los santos inocentes’, ‘El crimen de Cuenca’ o ‘Sólo para hombres’, por citar algunos.

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La relación de bandas sonoras (y no solo en el cine español) compuestas por García Abril excede con mucho la naturaleza de esta semblanza. Como también lo es la enumeración de sus trabajos para televisión. Pero vale la pena o, mejor, resulta indispensable, hacer referencia, siquiera nominal, de algunas de ellas, incorporadas a imágenes del universo televisivo de varias generaciones de españoles. ¿Quién no recuerda de inmediato los compases de series tan populares como ‘El hombre y la tierra’, ‘Curro Jiménez’, ‘Los camioneros’, ‘Anillos de oro’, ¿’Segunda Enseñanza’ o ‘Fortunata y Jacinta’?  

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Y, llegados precisamente aquí a esta última serie apuntada, quiero detenerme e intentar glosar (de manera un tanto subjetiva, he de admitirlo) el trabajo de nuestro compositor. En la excelente adaptación de la obra de Galdós, en diez capítulos, que realizara Mario Camus en 1980 para Televisión Española. Las composiciones que García Abril creó para los distintos pasajes de la historia, distribuidos en temas específicos directamente relacionados con personajes y situaciones de la voluminosa novela, suman casi 34 minutos con diez composiciones de variada duración.Entre ellas destacan cuatro temas dedicados a los protagonistas esenciales: Fortunata, Jacinta, Maximiliano Rubín y Evaristo Feijoo. A ellos se añaden un par de baladas, una recreación popular en base a organillo, dos melodías románticas y una polka. 

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Tal variedad temática y compositiva en un mismo disco y sobre una misma historia, se debe al exhaustivo conocimiento que el compositor tenía sobre la gran obra de Galdós. De otra forma resulta imposible concebir la riqueza expresiva de esas músicas y su relación con las páginas, los capítulos de ese retablo insuperable de la sociedad madrileña de finales del siglo XIX que, por ende, es el retrato real de las diferentes capas sociales españolas decimonónicas en el medio urbano. Detengámonos exclusivamente en los dos temas centrales, correspondientes a las dos protagonistas, antagónicas y a la vez próximas, e indefectiblemente unidas por un sentimiento amoroso y maternal, totalmente insatisfactorio (por no denominarlo trágico).

Es decir, en Fortunata, mujer telúricamente arraigada en el sustrato más genuinamente popular, y Jacinta, representante de la baja burguesía que asciende a través del matrimonio a un medio más alto, sin que ella misma se lo proponga. El temperamento de la primera, primario y elemental, pero sincero y exento de malicia alguna, está plasmado en una composición basada una cadencia que se eleva en un crescendo admirable que describe el triste destino de la heroína por excelencia de la novelística de Pérez Galdós, mediante un insuperable motivo narrativo transformado en musical. 

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Para el tema de Jacinta, García Abril utilizó una motivación algo más variada pero deliberadamente de mayor lirismo, con solos de piano realmente conseguidos que retratan ajustadamente a la infeliz esposa de Juanito Santa Cruz. Son temas muy diferentes, en orquestación y en instrumentación, así como en el propio tono, más suave en el segundo, pero, al tiempo, podríamos decir que son complementarios, por paradójico que pueda resultar. Al fin y al cabo, ambas mujeres están enamoradas del mismo señorito caprichoso y aparentemente exento de culpa en aquella sociedad y ambas son, a su modo, desgraciadas, en el grado de trágico distinto, como corresponde al arrebatado amor de Fortunata y a la serena, aunque firme, resignación de Jacinta. 

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Galdós es, como se ha repetido acertadísimamente, un gran creador de tipos femeninos. Tipos a los que ha convertido en arquetípicos y a los que presenta como dignos antecedentes de una liberación femenina de la que el gran escritor fue avanzado defensor. Gracias al talento creativo de los acordes de García Abril quedan representados, también en música, aquellos personajes ya eternos. Vean la serie dirigida por Camus y lo comprobarán. Y, sobre todo, lean la gran novela de don Benito Pérez Galdós.

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