19.04.2024 |
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Luana Alcañiz. Pionera del cine sonoro

Pionera del cine sonoro
Luana Alcañiz. Pionera del cine sonoro

La pasada semana se hizo referencia en estas páginas a Luana Alcañiz. Fue a propósito de su breve, pero sustanciosa, presencia en el filme ‘Dr. Zhivago’ de David Lean, donde aparecía rodeada por Omar Sharif y Geraldine Chaplin. Fue este el último trabajo cinematográfico de una carrera iniciada treinta y cinco años antes, nada más y nada menos que, en Hollywood. Luana Alcañiz, sin embargo, había comenzado su andadura artística bastante antes, cuando era adolescente, en el seno de una familia española dedicada a la farándula, que se había establecido en Cuba.

Existe un verdadero misterio en cuanto al lugar de su nacimiento. Para algunos, se produjo en Cuba, para otros (amparados en ciertos documentos no concluyentes), en Filipinas, mientras que la propia actriz, en entrevista mantenida con Florentino Hernández Girbal en 1933 para la revista Cinegramas, repite varias veces que había venido al mundo en Madrid. Sea como fuere, la fecha oficial de su nacimiento es la del 8 de mayo de 1906, siendo bautizada como Lucrecia Ana Úbeda Pubillones. Quedó huérfana de padre pronto y, con el tiempo, cuando emprende su carrera artística, adoptará el apellido del segundo esposo de su madre (Amadeo Alcañiz) precedido por sus dos nombres de pila apocopados en Luana.

Como se dijo, la mayor parte de sus familiares pertenecían al mundo del espectáculo (su propia madre, Marina Pubillones, hija del fundador del célebre Circo Pubillones cubano, fue actriz, apareciendo en varios filmes, así como su tía Pilar Arcos, esta con mucha mayor proyección). Cuando la familia se instala en Cuba, siendo todavía una niña, se educa en el internado del Cerro en La Habana y enseguida destaca en las funciones artísticas del colegio.

Su interés artístico se inclinaba por el baile y para ello recibe una concienzuda formación, logrando debutar con éxito y realizar diversas giras. Sin embargo, la casualidad quiso que fuera conocida por la entonces famosísima cantante Raquel Meller, en ruta por América, quien decidió apadrinarla contratándola para participar en su espectáculo, actuando en el célebre Teatro Roxy de Nueva Yori. Ya con un nombre, pasa enseguida a ser la atracción del Keith Orpheum de Los Angeles, formando pareja con el bailarín Juan Puerta y realizando actuaciones por los Estados Unidos donde fue conocida como «Flor de España», con interpretaciones basadas en piezas de grandes compositores españoles como Albéniz o Granados.

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Cuando, a partir de 1929, se generaliza el sonoro transformando radicalmente el mundo del cine, en Hollywood comienzan a realizarse las versiones en español de grandes éxitos norteamericanos, destinadas esencialmente al público sudamericano. La Meca del Cine se llena de profesionales provenientes de España, con la presencia de escritores, guionistas, realizadores y, muy especialmente, actores y actrices. Desde Jardiel Poncela, Martínez Sierra o José Crespo hasta Catalina Bárcena, Rosita Díaz Gimeno, y Conchita Montenegro, entre tantos otros nombres destacados que, por cierto, han sido objeto de interesantes trabajos de investigación como los publicados por Juan B. Heinink («Cita en Hollywood») y Jesús García de Dueñas («¡Nos vamos a Hollywood!»).

Sin embargo, no todos los intérpretes procedían directamente de España ni intervenían exclusivamente en las versiones en castellano de los éxitos del momento. Algunos, como el madrileño Antonio Moreno, la santanderina Soledad Jiménez y nuestra Luana Alcañiz, se incorporaron a aquel grupo desde el propio Estrados Unidos donde venían trabajando desde hacía años, y donde lo seguirán haciendo tras el boom de las versiones en español, una vez implantado el doblaje.

Luana Alcañiz recibe una propuesta de la Fox en 1930 para trabajar en el cine sonoro, que le ofrece un contrato de 400 dólares semanales, una cifra muy considerable entonces. Su desenvoltura y encanto eran sus mejores credenciales, con independencia de su dominio de los escenarios. En la publicidad de los estudios se la presentaba como «Destinada a ser una de las sensaciones de 1930-1931», añadiendo que «Miss Alcañiz mide cinco pies de alto, pesa 108 libras, tiene bellísimos ojos verdes y cabellos castaños y es en la vida privada la señora de Juan Puerta, famoso bailarín...»

Entre sus títulos más destacados figura «A devil with woman» dirigida por Irving Cummings donde tuvo como compañeros a Humphrey Bogart y Victor McLaglen y, sobre todo, «El presidio» dirigida por Ward Wing, con participación del gran comediógrafo y director de cine español Edgar Neville. En dicho filme, nuestra actriz encarnó a un personaje clave. Dejemos a ella misma, en sus declaraciones al citado Hernández Girbal en su visita a Madrid en 1933, que nos cuente de primera mano esta experiencia:

«Al iniciarse el sonoro tomé parte en unos cortos musicales y poco después me contrató la Fox. En un año hice seis películas con dicho estudio y, además, me «alquilaron» varias veces, a la Metro, a Warner y a la Columbia, para actuar en versiones españolas. La Fox me amplió el contrato unos días más, en espera de que terminara «El pasado acusa» con la Columbia (…) Recientemente me han llamado de nuevo para incorporarme al extenso reparto de «Primavera en otoño», la obra de Martínez Sierra, que he rodado junto a Catalina Bárcena, Antonio Moreno y el cantante brasileño Raúl Roulien. Lo que sin duda usted no sabe es que el año pasado hice una amplia gira por los Estados Unidos con la compañía de Al Jolson, que tiene una enorme popularidad por haber sido el protagonista de «El cantor de Jazz», la primera película con diálogos y canciones».

En la misma conversación afirmaba que «He venido a Madrid para dar a luz a mi hija. Quería que fuera madrileña, como mi madre y como yo misma». Y también, que regresaría de nuevo a Norteamérica, salvo que aquí tuviese alguna propuesta laboral interesante. No parece que fuera así, pues en los años siguientes continúa trabajando asiduamente en películas tan variadas como «La dama atrevida» de William C. McGann, «Primavera en otoño» de Eugene Forde y otras cuantas más.

El estallido de la guerra civil en España disuade a la actriz de regresar, como era lógico, máxime cuando supo que una compañera suya, la actriz Rosita Díaz Gimeno, activa durante la República en el cine español y presente igualmente en Hollywood, estuvo a punto de ser fusilada por las tropas de Queipo de Llano, por el simple hecho de estar casada con un hijo de Juan Negrín…

Luana Alcañiz continuó participando en películas norteamericanas a las órdenes de directores como Joseph Levering y Charles Lamont, hasta que pasa a México, donde alcanza grandes éxitos interpretando a la Virgen María en dos filmes religiosos: «Reina de reinas» y «María Magdalena, pecadora de Magdala», realizadas por Miguel Contreras y una excelente adaptación de «La barraca» de Blasco Ibáñez dirigida por Roberto Gavaldón.

En 1948 decide volver a España. Vive desde entonces en Madrid, casada en segundas nupcias con José María Picazo, y continúa trabajando en el cine, si bien, de forma mucho más discreta, en calidad de actriz de reparto. A punto de retirarse definitivamente, fue requerida por los productores de la Metro Goldwyn Mayer para encarnar a la señora Sventisky en la aludida «Dr. Zhivago», trabajo que aceptó por la envergadura de la película, sirviéndole como brillante colofón de una más que interesante carrera. Llevó después una vida apartada hasta su fallecimiento el 24 de julio de 1991, mientras su nombre se fue diluyendo en el proverbial e ingrato olvido nacional. No obstante, justo es señalar que Luana Alcañiz constituyó un destacado nombre en el Hollywood glorioso de los años treinta.

Una mujer de gran belleza y talento, que siempre llevó el nombre de su patria con orgullo. No en vano se la conoció como la «Flor de España».

Luana Alcañiz. Pionera del cine sonoro
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