30.04.2024 |
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PARÍS-ROUBAIX

Van der Poel hace historia en la París-Roubaix con una exhibición imponente

La París-Roubaix es testigo de otra exhibición imponente de Mathieu van der Poel, quien cruza la línea de meta en solitario para conseguir su sexto "monumento" en el ciclismo, consolidando su leyenda en las clásicas

El neerlandés Mathieu Van der Poel (Alpecin Deceuninck). / TERESA SUAREZ
El neerlandés Mathieu Van der Poel (Alpecin Deceuninck). / TERESA SUAREZ
Van der Poel hace historia en la París-Roubaix con una exhibición imponente

Una semana después de su impresionante actuación en el Tour de Flandes, el formidable ciclista neerlandés Mathieu van der Poel (Alpecin Deceuninck) volvió a deslumbrar al mundo del ciclismo con una victoria dominante en solitario en la 121ª edición de la París-Roubaix. Esta legendaria carrera, disputada a lo largo de 259,7 kilómetros desde Compiègne hasta el icónico velódromo de Roubaix, vio a Van der Poel revalidar su título del año pasado y añadir otro hito a su ya impresionante palmarés.

Con un triplete en Flandes y un doblete en Roubaix, a sus 29 años, el ciclista de Kapellen alcanzó su sexto "monumento" en el ciclismo, consolidando su posición como uno de los corredores más extraordinarios del pelotón mundial. Van der Poel se erigió como el rey de los adoquines, imponiendo su poderío de manera espectacular en los últimos 60 kilómetros de la carrera, donde inició su épica travesía hacia la gloria.

La majestuosa cabalgada de Van der Poel le permitió llegar al legendario velódromo de Roubaix con suficiente margen para saborear su hazaña, cruzando la línea de meta con un tiempo de 5 horas, 26 minutos y 1 segundo, a una impresionante velocidad media de 47,8 km/h. Sus perseguidores llegaron a casi tres minutos de distancia, con el belga Jasper Philipsen, compañero de equipo, ocupando el segundo lugar y el danés Mads Pedersen (Lidl) completando el podio en tercera posición, seguido por el alemán Nils Politt (UAE).

Desde el inicio, la París-Roubaix demostró ser una batalla épica, con un ritmo vertiginoso que puso a prueba a todos los corredores y evitó las tradicionales escapadas tempranas. A lo largo de los primeros 100 kilómetros, especialmente en los tramos adoquinados hasta Troisville, se sucedieron los ataques y las situaciones peligrosas, con caídas, pinchazos y averías que mantuvieron la tensión en el pelotón.

Sin embargo, el equipo Alpecin Deceuninck, liderado por Van der Poel, se aseguró de mantener bajo control cualquier intento de fuga, incluso cuando se involucraban corredores destacados como el danés Kasper Asgreen. A medida que avanzaba la carrera, una serie de incidentes, incluida una caída que involucró a varios corredores, alteraron aún más la dinámica de la carrera.

A medida que se aproximaba el tramo de Orches, a 60 kilómetros de la meta, Van der Poel decidió acelerar el ritmo una vez más, dejando atrás a sus rivales con una facilidad asombrosa. Su ataque fulminante dejó al resto del pelotón sin respuesta, mientras él se encaminaba hacia su segundo título en Roubaix y su sexto "monumento" en el ciclismo.

Desafiando los caminos adoquinados que han forjado la leyenda de la París-Roubaix, Van der Poel amplió su ventaja en cada tramo, mostrando una superioridad aplastante sobre sus rivales. Su victoria fue una exhibición magistral de su talento y determinación, planificada con precisión y ejecutada con maestría.

Con esta victoria, Van der Poel añade otra joya a su corona, llevando su impresionante total a 49 victorias, incluidos tres triunfos en el Tour de Flandes, dos en la París-Roubaix, y una en otras clásicas destacadas como la Milán-San Remo, la Amstel Gold Race y la Strade Bianche. Ahora, con la mirada puesta en la Amstel Gold Race y la Lieja-Bastoña-Lieja, el mundo del ciclismo se pregunta: ¿cuál será el próximo capítulo en el asombroso "show" de Mathieu van der Poel?

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