18.04.2024 |
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Gustaaf Deloor, la primera estrella de la Vuelta brilló en la luna

Gustaaf Deloor, la primera estrella de la Vuelta brilló en la luna

Gustaaf Deloor (De Klinge 1913 - Malinas 2002), fue el primer ganador de la Vuelta Ciclista a España en el año 1934, y repitió en 1935 antes del parón de la Guerra Civil. Cuando la ronda cumple su 85 aniversario, los valores de este héroe de la época recuerdan que la ronda española puso en órbita a un deportista y un hombre que llegó a la luna.

Deloor, un personaje revivido por el periodista y escritor Juanfran de la Cruz (Barcelona, 1979) en el libro "Gustaaf Deloor de la Vuelta a la luna", era "Gustavo" para la prensa de los años 30, un corredor desconocido que alcanzó la gloria como ciclista y sembró una trayectoria heroica tras colgar la bicicleta.

El dorsal número 44 de la primera Vuelta, un hombre apuesto y gentil, se enamoró de la ronda nacional y de España desde la consecución del maillot naranja en el estreno de la carrera.

"He ganado la primera Vuelta y mi nombre siempre permanecerá unido al de la creación de una gran prueba internacional, a un hecho resonante de la historia del ciclismo. Por esta razón quiero a esta carrera más que a ninguna otra". Palabras guardadas de Deloor.

Para Juanfran de la Cruz, el histórico ciclista flamenco, que compitió junto a su hermano Alfons, segundo en la Vuelta del 36, "es un hombre imprescindible para entender la historia de la Vuelta a España" y considera que ha tenido " la suerte de reivindicar la figura de Gustaaf, la cual convierte el ciclismo en algo más que un deporte y a la Vuelta como un elemento de canalización de cultura, como una manifestación humana que reúne turismo, historia y educación física".

"El hecho de tener un ganador que acabará trabajando para la NASA es un atractivo inevitable y no hay ninguna otra competición deportiva que pueda presumir de tal cosa".

Deloor, quien también inscribió su nombre en el Tour de Francia como vencedor de la sexta etapa de la edición de 1937 disputada entre Ginebra y Aix les Bains y fue segundo en la Vuelta a Suiza, vivió varias vidas tras dejar el ciclismo, a cual de ellas más apasionante.

La II Guerra Mundial le cortó la carrera ciclista y cuando fue llamado a las filas del ejército belga tuvo la desgracia de ser capturado por las fuerzas alemanas junto a otros 1.300 hombres. En un campo de concentración trabajó en la cocina "enchufado" por un oficial aficionado al deporte. Salió vivo del presidio y al volver a casa se la encontró destruida. Había que reinventarse.

Los valores del ciclismo le acompañaron a Deloor toda su vida. "Era un valiente, no se achantaba nunca, se adaptaba a las circunstancias y se reinventaba para sobrevivir", explica el escritor.

De ese carácter de gladiador surgió su nueva vida en Estados Unidos. Primero en Nueva York y luego en Los Ángeles, trabajó como mecánico, al principio sin conocer la materia profesional ni el idioma inglés, pero logró dar lo mejor en la Marquardt Corporation, empresa colaboradora de la NASA, por lo que de alguna manera se involucró en el Proyecto Apolo que el 20 de julio de 1969 puso a los primeros tres hombres en la luna.

Un acontecimiento histórico que coincidió con un viaje de Deloor a Bélgica, por lo que el exciclista vivió en directo "su éxito" por televisión.

Su carácter pionero también lo expresó Deloor en su vida personal. En aquellos tiempos se casó primero con una mujer 25 años mayor que él, y más tarde, tras separarse, con otra mujer 25 años menor. Fue padre con 60 años.

En lo deportivo pudo alcanzar la máxima gloria en el Mundial de Berna 1936. Marchaba por delante con la escapada buena, en un grupo en el que era el más rápido, pero un pinchazo a 2 vueltas del final acabó con sus ilusiones.

Gustaaf Deloor fue un héroe poco reconocido, su vida pasó casi inadvertida, a pesar de que era flamenco, región donde el ciclismo era y es una religión. Tal vez influyó que lo suyo eran las carreras por etapas, sobre todo la Vuelta, y no las clásicas, y por supuesto su emigración posterior.

En su antiguo domicilio familiar de De Klinge, donde volvió tras jubilarse, aún se conserva el primer trofeo como ganador de la Vuelta, una estatuilla estilizada, su "tesoro más preciado".

Gran aficionado al cine, tenía una enorme destreza para pintar al óleo. En la capilla de la Santa Cruz de De Klinge, localidad donde se crió, lucen dos cuadros con su firma, y fuera de la instalación, una escultura con dos bicicletas dedicada a los hermanos Gustaaf y Alfons.

Curiosamente, Gustaaf Deloor se crió en el Barrio Español de De Klinge, a un paso de la frontera holandesa de Zelanda, donde se instalaron las tropas españolas durante el dominio de los Austrias. Allí se encuentra la Plaza de los Hermanos Deloor. 

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