20.04.2024 |
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Los rastreadores, un colectivo que tendrá adaptarse

La meta, según Wallmann en una entrevista, es consolidar este sistema de vigilancia y potenciarlo "para que sea capaz de responder a las necesidades que puedan surgir".
El director general de Salud Pública de Cantabria Reinhard Wallmann. / Hoyos
El director general de Salud Pública de Cantabria Reinhard Wallmann. / Hoyos
Los rastreadores, un colectivo que tendrá adaptarse
 La covid ha traído consigo novedades como los rastreadores encargados de perseguir y controlar al virus, una estructura asentada en los sistemas de salud pública y cuyo futuro en la pospandemia debería pasar por una consolidación para vigilar la evolución del SARS-CoV-2 y por una adaptación para estudiar otras infecciones.

Es la idea que tiene el director general de Salud Pública de Cantabria, Reinhard Wallmann, que cree que si algo ha evidenciado esta crisis sanitaria es que departamentos como el suyo necesitan "una estructura fuerte para afrontar situaciones como ésta".

La meta, según subraya a los medios en una entrevista, es consolidar este sistema de vigilancia y potenciarlo "para que sea capaz de responder a las necesidades que puedan surgir".

Se refiere sobre todo a la evolución futura de la covid porque "esto todavía no ha terminado y hay que estar muy vigilantes con qué pasa con el virus en los próximos años".

Pero también ve que esta estructura de rastreo es útil para seguir la evolución de otras enfermedades infecciosas, como la tuberculosis o la meningitis, o para investigar la multirresistencia de virus, bacterias u otros agentes.

Wallmann también cree que el rastreo debe ser "uno de los principales motores" de las unidades de Salud Pública y sostiene que si la importancia que tradicionalmente se le ha dado a este servicio no cambia ahora, con una pandemia, "mal vamos".

Con todo, reconoce que "si no hay casos no hay tajo" para estos equipos que, a su juicio, deberían potenciarse, consolidarse y adaptarse de cara al futuro porque "hay otras muchas funciones" para las que se pueden orientar: de estudio y análisis, de trámite de expedientes, de creación de estructuras, o de vigilancia de otras enfermedades.

También advierte de que, pese a la vacunación, aún tienen camino por delante porque "no hay que esperar un escenario cero de casos tan pronto".

UN GRAN ENGRANAJE

Cantabria fue pionera en construir un sistema de rastreo que es "una maquinaria muy amplia", una gran cadena en la que cada eslabón tiene un cometido: no solo está el rastreo como tal, sino que hay otras tareas, de estudio, de elaboración de informes, o de investigación.

Los efectivos con los que cuenta actualmente Cantabria para rastrear son 196, pero se trata de un engranaje flexible que puede ir adaptándose a lo que venga. Y ello porque si se cuentan todos los profesionales formados para el rastreo se supera el medio millar, de los que se podría tirar si se produjera un aumento exponencial de contagios.

No todos los rastreadores tienen la misma procedencia: 90 son de la Dirección General de Salud Pública, hay otros 46 contratados a través del Servicio Cántabro de Salud, y habría que sumar en estos momentos otros 60 del Ejército de Tierra, aunque en realidad militares habría 200 que se podrían ir sumando si hay necesidad.

"Hay muchos factores implicados, necesitas un laboratorio de Microbiología de hospital, a la atención primaria volcada, y sobre todo los médicos, en hacer seguimiento de los casos, y a los propios rastreadores que se dividen en diferentes niveles", explica el director general de Salud Pública de Cantabria.

Hay un primer nivel, que son los que están en primera línea al teléfono hablando con los contactos y potenciales positivos, pero también están los coordinadores en los distintos ámbitos en los que se puede dar el contagio: educativo, universitario, familiar, deportivo, laboral o sociosanitario, entre otros.

Estos coordinadores tienen sus 'enlaces' a su vez en los entornos en los que trabajan. "Por ejemplo, cada centro educativo tiene un coordinador covid que recopila los datos y listados y los pasa al coordinador en Salud Pública, porque si hubiera que ir uno por uno sería una locura", dice Wallmann.

Y hay un tercer nivel, el de los analistas, donde la labor es "más transversal".

La faena que afrontan es ardua porque tienen que ir viendo los casos, comunicándose con los contactos, hacer seguimiento, preparar las pruebas de detección, y hacer un estudio.

Lo más importante, dice Wallmann, es "interconectar" los casos y encontrar los lazos entre los brotes que surgen. No es tarea baladí porque, por ejemplo en Cantabria, en el pico de la tercera ola a finales de enero surgían unos 150 casos al día, con una media cada uno de tres o cuatro contactos.

La clave, al final, es el manejo que se hace de los datos, destaca Wallmann, que añade que desde el inicio de la pandemia el rastreo ya ha tenido una evolución, de un sistema "más improvisado y artesanal" a algo "mucho más específico y elaborado". 

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