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El Diario de Cantabria

Un gran ejemplo de solidaridad

Una llamada de preocupación a una residencia de mayores acaba en 150.000 mascarillas a la semana
Personal sanitario agradeciendo las muestras de apoyo. / josé ramón
Personal sanitario agradeciendo las muestras de apoyo. / José Ramón
Un gran ejemplo de solidaridad

Eduardo telefoneó días pasados con preocupación a la residencia Cadmasa, de Las Caldas del Besaya, donde se encuentra interno su tío, para saber cómo se encontraba, tras saber del fallecimiento por coronavirus de una persona en ese mismo centro. De esta forma, se enteró de las carencias de material de las que adolecía el personal, por lo que cogió el móvil, en este caso para hacer «llamadas de solidaridad», con el fin de sumar esfuerzos entre ciudadanos y empresas para fabricar equipos de protección.

De la noche a la mañana había cerca de 200 voluntarios cosiendo unas 10.000 mascarillas diarias, como explica a Efe el propio Eduardo Cavia, que estima que cada uno de estos voluntarios fabrica de media 50 unidades al día. Esto, unido al trabajo de varias empresas de la región encabezadas por la patronal, CEOE-Cepyme Cantabria, ha permitido entregar unas 150.000 mascarillas esterilizadas. El objetivo, según apunta, es repetir esas cifras o, por lo menos, acercarse, al tiempo que están buscando ya un patrón de corte que les permita también empezar a fabricar batas y petos de plástico. Cavia se encarga de recoger y distribuir el material en localidades como Los Corrales de Buelna, Puente Viesgo, Vargas, Castañeda, Liérganes, Reinosa o Sarón, en los que se han juntado los vecinos para hacer una cadena de producción que se remata con la esterilización del producto, con el único fin de que quienes tienen que enfrentarse cara a cara con la enfermedad «tengan una protección adecuada».

A juicio de Cavia, «no es de recibo» que haya enfermeras haciendo petos en los hospitales, por lo que ve necesario que echen una mano también los ciudadanos, cuya respuesta valora como «brutal». Una vez que se ha repartido el material, confeccionado el producto y esterilizado, Cavia se lo entrega al Instituto Cántabro de Servicios Sociales (Icass) para que lo distribuya en función de las necesidades de cada centro.

«De la noche a la mañana empresarios y vecinos organizados lo han hecho así», destaca el impulsor de la iniciativa, quien reconoce «no poner cara a casi nadie», prueba de que, cumpliendo el confinamiento, han sido capaces de organizarse y trabajar. Según Cavia, cada día surgen nuevas necesidades. «Es una pasada de trabajo», señala, antes de relatar la dificultad de, en algunos momentos, compaginar la confección de mascarillas con las labores del hogar y el cuidado de sus dos hijos, como le sucede a él, a su mujer y a tantos otros que están poniendo su granito de arena.

«Esto te va metiendo y enganchando», subraya, al tiempo que agradece la solidaridad de la gente desde el primer momento en el que se propuso esta idea.

Además, Cavia, que trabaja en la rehabilitación de edificios, ha dejado su cámara termográfica a la residencia Cadmasa para poder medir rápidamente y a distancia la temperatura a sus pacientes. Así, están promoviendo todo este trabajo desde la Federación Empresarial de Dependencia de Cantabria.

Cuentan con la colaboración de las empresas Armando Álvarez, Textil Santanderina y Hermanos Alonso para proveer plástico y telas para las mascarillas; Talleres Corral, que proporciona un centro operativo para la distribución de material; Austral Ropa Deportiva en el corte de las piezas; Soningeo en cuanto a logística, transporte y esterilización de los productos; y el Instituto Cántabro de Servicio Sociales, que determina las prioridades de entrega a los centros más necesitados. Cavia avanza que seguirán apoyando en lo posible a quienes combaten la enfermedad todo el tiempo que sea necesario.

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