27.04.2024 |
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CORRUPCION CLIMÁTICA

De los molinos a la cárcel de Zuera: así fue la corrupción que la eólica ya ha llevado a Aragón

La proliferación de parques eólicos en un pueblo de Aragón sirvió para alimentar una carrera de corrupción urbanística sin precedentes
Parque eólico La Muela. / ALERTA
Parque eólico La Muela. / ALERTA
De los molinos a la cárcel de Zuera: así fue la corrupción que la eólica ya ha llevado a Aragón

Tan pronto como en 1986 un pueblo cercano a Zaragoza inauguró su primer parque eólico. A partir de ahí La Muela se convirtió en algo así como la Meca de la energía eólica en España. Hoy en día el municipio tiene 350 aerogeneradores y esto le supone al ayuntamiento unos ingresos notables: casi 800.000 euros al año.

Pero el asunto tiene una cara B: durante estos años de bacanal eólica, si nos permiten el término, se ha podido comprobar que no todos los intereses para favorecer ese desarrollo eran completamente limpios y la llamada operación Molinos destapó un escándalo de corrupción que ha terminado con la antigua alcaldesa, María Antonia Pinilla, entrando en la cárcel el pasado mes de mayo, después de un larguísimo periplo judicial que acabó con el Supremo confirmando una condena de once años de cárcel el pasado mes de enero.

Pinilla es la principal protagonista de esta historia: fue alcaldesa de La Muela durante más de dos décadas y entró en la cárcel de Zuera hace sólo unos meses para cumplir una condena de más de 11 años por diversos delitos de corrupción: malversación, prevaricación, blanqueo de capitales, cohecho y fraude. Los tribunales han considerado probado que Pinilla se enriqueció con abundantes comisiones ilegales al conceder las muchas obras públicas que el ayuntamiento emprendió durante su paso por la alcaldía.

La maldición de los recursos

En muchas ocasiones se habla de países que sufren "la maldición de los recursos naturales". La frase, voluntariamente paradójica describe lo que ocurre en países con instituciones débiles en los que el petróleo o los diamantes, por ejemplo, son la base sobre la que se construye una corrupción monstruosa.

En La Muela el recurso natural fue el viento y el resultado fue similar: el dinero que la instalación de molinos suponía para las arcas municipales –aún hoy el ayuntamiento ingresa casi 800.000 euros al año por los parques eólicos y fotovoltaicos– fue la gasolina con la que se alimentó un crecimiento urbanístico descomunal, una serie de dádivas completamente irracionales para los habitantes del pueblo… y una notable fortuna para la propia alcaldesa que, como suele ocurrir, tenía sobre todo una plasmación inmobiliaria: tal y como contaba El Mundo ella y su marido acumularon propiedades en la urbanización de lujo de Sotogrande, pisos en Madrid, tiendas e incluso un chalé en la República Dominicana.

Y no sólo eso: Pinilla, que llegó a la alcaldía en las listas del CDS para luego pasar al PAR y, finalmente, acabar presentándose como independiente, llevaba un alto tren de vida que incluía viajes, bodas de plata en Bali y coches de lujo. Todo eso para una alcaldesa que hay que recordar que cuando fue elegida en 1987 lo era de un pueblo de poco más de 900 habitantes y no fue hasta la segunda parte de su gobierno, a partir de 2005, cuando pasó a tener más de 3.000 vecinos.

Privilegios para el pueblo… por un tiempo

Lo cierto es que Pinilla gobernó a golpe de mayorías absolutísimas: en 2003 logró siete de los nueve concejales e incluso en 2007 —las últimas elecciones a las que se presentó—, volvió a tener siete aunque el ayuntamiento ya tenía entonces once.

Parece obvio que había varias razones para estos triunfos: es cierto que el pueblo creció mucho en esos años y llegó a estar considerado entre los más ricos de España. Además, en una época en la que el despilfarro arquitectónico era moneda común en nuestro país, María Victoria Pinilla fue una alumna aventajada: para empezar levantó un Museo del Aire –de más de dos millones de presupuesto–; otro del Aceite; y un tercero de la Vida, todos cerrados hoy en día.

También construyó una plaza de toros de 3.000 localidades cuando el pueblo tenía menos de 4.000 habitantes y que, según dicen, se levantó en unas semanas sólo para que Julio Iglesias –al que la alcaldesa había conocido en la República Dominicana– pudiese dar un concierto que, efectivamente, tuvo lugar en 2007.

Otra de las grandes obras fue un auditorio de tres millones de euros que también está cerrado y que llegó a ser considerado como una posible sede para el segundo colegio de la localidad, una posibilidad que por el momento parece desechada. El proyecto estrella, o al menos el más caro, fue un polideportivo cuyo coste rondó los 20 millones de euros y que desarrolló en varias fases.

Los más alucinante, no obstante, fue el programa de viajes que regalaba o subvencionaba a los vecinos pero de una forma que no tenía mucho que ver con los del Inserso: Tailandia, Canadá, la Riviera Maya, Finlandia o París eran algunos de los destinos de lujo a los que se viajaba desde La Muela con dinero público.

El final del idilio

El idilio entre Pinilla y sus vecinos llegó a un abrupto final el 18 de marzo de 2009, cuando fueron detenidos la alcaldesa y otras 17 personas, en la llamada operación Molinos cuya cuenta de acusados llegó más tarde a superar los 40, aunque no todos han sido condenados. La principal acusada del caso llegó a entrar en prisión pero no abandonó la alcaldía hasta 2011, dejando una estratosférica deuda de 30 millones de euros.

El periplo judicial en el que acaba toda la historia también fue peculiar: un primer juicio celebrado en 2016 tuvo que ser anulado por irregularidades en el proceso y se repitió tres años después, resultando en una condena para Pinilla de 16 años de cárcel que después el Supremo redujo a once en una sentencia publicada en enero de este año y que la antigua alcaldesa ya está cumpliendo. Los días de energía eólica y rosas ya quedan muy atrás.

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