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TRIBUNALES

El acusado de abusos a su sobrina dice que «nunca» estuvo solo con ella

Según la denuncia, el hombre abusó de su sobrina en varias ocasiones: al menos una en casa de sus abuelos, en casa del acusado mientras éste la bañaba o en el día de su comunión

SANTANDER, 28/11/2023.- El hombre acusado de abusar de su sobrina desde los 3 a los 14 años, durante el juicio contra él que ha comenzado este martes en la Audiencia de Cantabria, en Santander. El hombre acusado de abusar durante varios años de su sobrina ha negado los tocamientos, en el juicio que ha comenzado este martes contra él en la Audiencia de Cantabria, y ha afirmado que "nunca" estuvo a solas con ella. "La he visto veces contadas", ha asegurado en su declaración el hombre, que se enfrenta a una petición de pena de ocho años de prisión por estos hechos, que ocurrieron, supuestamente, cuando la niña tenía entre 3 y 14 años. EFE/ Pablo Ayerbe
El hombre acusado de abusar de su sobrina desde los 3 a los 14 años, durante el juicio contra él que comenzó ayer en la Audiencia de Cantabria. / Pablo Ayerbe
El acusado de abusos a su sobrina dice que «nunca» estuvo solo con ella

El acusado de abusar sexualmente de su sobrina desde que tenía tres años ha negado este martes los hechos en el juicio contra él, en el que ha indicado que su relación con la menor era «normal». También ha señalado que la veía muy poco, cuando venía de vacaciones a Cantabria, y que sus padres apenas les dejaban estar con ella o atenderla. Así, ve un motivo económico detrás de la denuncia: «Estaban obsesionados con el dinero y con quitarme de en medio».

Pero la víctima, que ahora tiene 19 años, ha ratificado lo denunciado relatando a la Sala lo que recuerda sobre distintos episodios en los que el procesado le hacía tocamientos mientras la bañaba o le cambiaba el pañal y el pijama. «Era como un ritual», ha expresado, para rememorar que hacía siempre los mismos movimientos, reafirmando también que le llegó a introducir los dedos en la vagina, el día de su comunión. «Es muy triste», se ha lamentado.

La joven, que ha testificado acompañada de una persona, ha explicado ante la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Cantabria que tardó en contar y denunciar lo sucedido porque le daba «vergüenza» y tampoco quería «hacer daño a nadie». «Era mi familia. No quería romper la familia», ha manifestado entre sollozos.

También ha apuntado que su tío le pedía que no contara nada diciéndole, cuando era más pequeña, que era alguien «especial» y que «no había nada de malo» en lo que hacía; y, cuando era más mayor, amenazándola con que pasaría «algo malo» a sus padres si hablaba.

«Mi vida se basa en miedos, recuerdos y preocupaciones», ha expresado a modo de resumen en otro momento de la vista, que se celebra hasta el viernes y que en esta primera sesión ha incluido también la declaración de diferentes familiares.

El enjuiciado se enfrenta a ocho años de cárcel que pide para el fiscal por un delito continuado de abuso sexual a menor de trece años con acceso carnal, y también que indemnice con 10.000 euros a la víctima por los daños morales causados -presenta síntomas de ansiedad y depresión de larga evolución y fue tratada de intento de suicidio-.

La acusación particular, ejercida por la madre de la chica, eleva su petición a doce años de prisión y 100.000 euros, y la defensa niega los hechos. Su cliente ha explicado a preguntas de las partes que la relación con su hermano y padre de su sobrina, que vivían en Barcelona, ha sido «muy fría siempre» debido a la distancia y a que son muy diferentes, «como el agua y el aceite», ha comparado.

NUNCA LES DEJABAN TOCAR A LA NIÑA. Aún así, «nunca jamás» tuvieron problemas y el nacimiento de la pequeña supuso además un «acercamiento», pues coincidían en eventos y comidas familiares cuando venían de vacaciones a donde los abuelos paternos, aunque él no iba mucho a la vivienda familiar al tener jornadas laborales «muy largas». Así, ha negado tener un «vínculo fuerte» con la niña, a la que ha dicho que «no conoce» en el sentido de que ha visto en ocasiones «contadas» -»ni una docena de veces en quince años»- y ha estado en su casa solo «cuatro o cinco veces».

Y cuando coincidían en la vivienda de sus progenitores, era en el exterior, en comidas con «todos» juntos, incluidos los abuelos maternos, que eran los que solían atender a la pequeña. «A nosotros no nos dejaban hacerle nada a esa niña, ni cambiarla el dodotis ni darle el biberón. Y en mi casa la arreglaba mi mujer», ha zanjado.

En este sentido, ha negado haber bañado a la pequeña las «dos veces» que se duchó en su casa -sin quedarse a dormir- y tampoco ha admitido los tocamientos que supuestamente tuvieron lugar durante la comunión de la niña en Barcelona, cuando tenía nueve años y él, con la excusa de darle un regalo, la habría llevado a la habitación donde se hospedaba. Ante esto, ha precisado que le habían entregado el obsequio semanas antes y que no estuvo «a solas» ese día con ella. Y también ha rechazado tocamientos en la comunión de su propio hijo.

Por otro lado, ha admitido que sabía de los problemas psicológicos de la niña, pero los ha achacado a supuestos de acoso escolar, y ha justificado el que la menor dejara de venir a Cantabria -a donde primero acudía «encantada»- porque sus padres se compraron un apartamento en Barcelona y pasaban allí varios meses al año.

Con todo, el acusado ve un motivo económico detrás de la denuncia, pues su hermano y su cuñada están «obsesionados» con la herencia de sus padres: «Sobro yo y mis hijos», ha expresado. Su madre también ha apuntado a esa misma razón: «Es una cuestión de envidia y dinero», ha dicho, para añadir que su nieta era «muy fantasiosa» y «tenía pelusa a los primos». Según su versión, la víctima les decía que tenían que poner el apartamento que habían comprado a su nombre, mientras su nuera les instaba a que hicieran «testamento».

Al margen, ha indicado que la pequeña era atendida por sus progenitores y abuelos maternos «y los demás prácticamente la tocábamos». «No te la dejaban tocar», ha remachado. Y de los hechos enjuiciados, se enteró por su hijo y padre de la niña, que les relató que el acusado se había masturbado delante de ella y de su propio hijo mientras les bañaba. No obstante, esta mujer ve «completamente imposible» lo denunciado porque tío y sobrina «nunca han estado a solas» y es algo que ella «no hubiera consentido», menos en su casa.

La víctima no denunció antes porque «no quería romper la familia»

FUE HORRIBLE, ALGO QUE ME MARCÓ. Por su parte, la víctima ha narrado que los abusos empezaron cuando tenía tres o cuatro años. «Fue horrible, algo que me marcó», ha indicado para referirse a tocamientos de su tío una noche que llegaron de viaje a Cantabria, en la habitación donde ella dormía y mientras él le ponía el pijama y le cambiaba el pañal. Según ha descrito, empezaba por el pelo y «bajaba en línea recta hasta el ombligo», para seguir después hasta los genitales, «arriba y abajo». «Subía, bajaba. Separaba, tocaba. Era como un ritual», ha expresado, para manifestar después que «algo parecido» pasó a la edad de seis, también en una ocasión en la cama de él, donde se tumbó sobre ella, y las demás cuando la invitaba a ir a su casa, pero «no era para jugar, era para ducharme», ha razonado.

En este punto, ha indicado que en la bañera le abría los labios y le tocaba la vulva, y que «siempre era igual». La introducción de dedos tuvo lugar en su comunión, cuando fue con él al apartamento de los abuelos pensando que la iba a dar dinero como regalo. Una vez allí, la tumbó en el sofá, se puso encima y dejó caer su peso sobre ella, y le subió la camiseta y bajó el pantalón -se había cambiado de ropa y quitado el vestido para jugar con sus primos-.

«Me empezó a tocar por fuera y por dentro», ha relatado, señalando que le «dolió», por lo que dio un «bote», él se asustó y ella se pudo mover y escapar. Se encontró en el pasillo con su abuela, que ha corroborado que la halló agitada y despeinada, gritando «lo mato, lo mato», por lo que se dio cuenta de que algo había pasado entre ellos, más cuando su nieta se fue a la cama y no quiso decir nada.

Y en la comunión de su primo, la víctima ha dicho que el hombre le metió la mano por debajo del vestido y le tocó el culo. «No sé de dónde saqué fuerzas, pero le dije que como volviera a intentarlo iba a llamar a la Policía», ha sentenciado.

Por lo demás, ha señalado que su tío le daba «besos en la boca», extremo que han corroborado sus padres y su abuela y tía maternas, a pesar de que a nadie le «gustaba» que lo hiciera. Aún con eso, los padres no podían imaginarse «de ninguna manera» lo denunciado.

La joven, que estudia en la Universidad, ha negado haber sufrido bullying, aunque sí migrañas y pesadillas, y ha reconocido que debido al «miedo» llevó pañal por la noche hasta los ocho años. Ha señalado que tiene «recuerdos cortados» de los hechos denunciados, que contó a su tía y por este procedimiento judicial

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