17.05.2024 |
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COMPRA DE VIVIENDAS

El acceso a la vivienda se vuelve «imposible» para los jóvenes cántabros

Un joven de la región debe destinar hasta el 64,7 por ciento de su sueldo si alquila y hasta el 46,2 por ciento si compra una casa, lo que supone una barrera 

Una mujer pasa frente al anuncio de una vivienda en alquiler ofertado por una inmobiliaria. / ALERTA
Una mujer pasa frente al anuncio de una vivienda en alquiler ofertado por una inmobiliaria. / ALERTA
El acceso a la vivienda se vuelve «imposible» para los jóvenes cántabros

Un joven cántabro de entre 16 y 29 años que quiera emanciparse deberá destinar el 64,7 por ciento su sueldo en el caso de que lo haga mediante el alquiler de una vivienda, o un 46,2 por ciento si se mete en una hipoteca para una compra de una casa.

A nivel nacional hay grandes diferencias entre Baleares, donde un joven tendrá que dejarse, de media, el 95,7 % de su sueldo si alquila, y Castilla-La Mancha, donde sus jóvenes de media pagan alrededor de un 47,9 %. Ambos datos demuestran que el alquiler en España es «inaccesible» para los jóvenes, según explica a el vicepresidente del Consejo de la Juventud de España, Antonio Báez.

Son las cifras que reflejan el informe del segundo trimestre del 2021 elaborado por el Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud de España (CJE), con los últimos datos disponibles en esta comparativa, que muestran que un joven de entre 16 y 29 años ha de destinar una media del 79,2 % de su sueldo para el alquiler, cuando este porcentaje no debiera pasar del 30 %.

Esta incapacidad para acceder a una vivienda tiene consecuencias sociales y económicas, según recoge otro informe elaborado por el Instituto de la Juventud en 2020 en el marco de la Agenda 2030, según el cual «la juventud se ha visto excluida del derecho a la emancipación y al ejercicio de una vida autónoma». El mismo informe refleja que los jóvenes se emancipan con 29,5 años, pero si en 2010 un 53,3 % de jóvenes entre 18 y 34 años vivía aún con sus padres, el porcentaje subió en 2019 hasta el 64,5.

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A ello se agrega la «imposibilidad de acceder a una vivienda estable siquiera en régimen de alquiler» cuando la vivienda en propiedad, «que constituye un complemento a la pensión del que disfruta la inmensa mayoría de la tercera edad de nuestro país, está vedada de facto a toda nuestra juventud, lo que añade aún mayor incertidumbre a su futuro».

Báez insiste en el hecho de que la media del alquiler en España estaba en 848 euros en el segundo semestre de 2021 , mientras que un joven solo podía pagar 320 para no «sobreendeudarse», un hecho que, a su juicio, no hace sino colocar una «barrera de entrada» hacia su independencia.

Sin embargo, asegura que los jóvenes están «sobrecualificados» para sus puestos de trabajo, en los que domina la parcialidad, sobre todo en las mujeres, dos factores que ayudan a que sólo el 15 % de las personas entre 16 y 29 años estén independizadas en nuestro país.

Cataluña, Canarias, la Comunidad de Madrid y Euskadi son, además de las Islas Baleares, las regiones españolas en las que el alquiler está por encima de la media (79,2%), mientras la Región de Murcia, Extremadura y Castilla-La Mancha son las regiones en las que alquilar es más «barato».

Pese a ello, ninguna está por debajo del 30 % del salario de un joven (en la que menos se paga por un alquiler está 17,9 puntos por encima), un umbral por encima del cual el acceso a una vivienda implicaría un desembolso muy superior al máximo tolerable, resalta el CJE.

Ante este escenario, hay dos salidas para «aliviar» el bolsillo de los jóvenes: una de ellas es la de compartir piso y otra es la de comprar una vivienda. Y es que así como alquilar un piso en España supone un 79,2 % del salario para un joven, una hipoteca es algo menor, y de media cuesta un 51,1 %. De hecho, mientras diez comunidades están por encima del 60 % en el alquiler, en el caso de las hipotecas es mucho menor, y solo tres de ellas (Baleares, Madrid y Euskadi) están por encima del 60 %, aunque solo Castilla-la Mancha está por debajo del 30 % (con un 29,4 %), con lo cual en todas menos en La Mancha los jóvenes también tienen que sobreendeudarse para comprar. Comprar un piso también tiene al mismo tiempo un gran inconveniente: hay que contar con una entrada. De media, un joven tiene que destinar 3,8 veces su salario neto anual, es decir, tiene que dar su salario neto de casi cuatro años para poder pagar la entrada del piso y empezar a pagar, después y de manera mensual, la hipoteca.

Para Báez, esto es un «impedimento» para el que se deben «aplicar medidas» porque, «por mucho que después la hipoteca sea más barata, con esa gran barrera se torna imposible comprar un piso».

Es «un bucle», dice, porque lo que se consigue, mediante la imposibilidad de acceder a la compra de un inmueble por su entrada, «es que se siga alquilando», al ser «casi inaccesible» pagar esa suma de dinero.

Así, la única solución para independizarse es compartir piso. Compartiendo, los jóvenes solo destinan el 25 % del salario, 5 % menos del total que podrían llegar a gastar.

Asimismo, la vivienda compartida no es sino un indicador más de que las mujeres (18,5 %) se independizan más que los hombres (12,5 %), pero la parcialidad o la «precariedad laboral» les «obliga a vivir con más personas en una misma vivienda», expone Báez.

Destaca, para remarcar este dato, que mientras el 26,7 % de los hombres emancipados lo hacen en hogares unipersonales, solo el 13,8 % de las mujeres se pueden permitir ese mismo hecho.

El vicepresidente del CJE resalta que, por ello, para el Consejo el bono del alquiler «es insuficiente», porque, además, «sólo beneficia al 2 % de los jóvenes y cualquiera que no tenga esa ayuda se queda fuera de ese marco».

En su opinión, una de las pocas soluciones sería topar los precios de alquiler con el objetivo de hacer de este mercado un sector más «accesible», así como también crear vivienda pública.

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El acceso a la vivienda se endurece aún más

Más cara, más costosa de financiar si se quiere comprar y más gravosa si solo se desea alquilar. El acceso a la vivienda en España, que nunca ha sido sencillo para las familias, se ha endurecido en los últimos meses a causa de las subidas de los precios y de los tipos de interés: el incremento de 0,5 puntos que ha acordado el Banco Central Europeo, ampliamente descontado ya por los mercados, no es más que un hito simbólico que marca el fin de las hipotecas baratas. Y la alternativa a la compra, el alquiler, también exige cada vez mayor esfuerzo a los hogares españoles.

En primer lugar, porque los precios en ambos casos están repuntando significativamente en los últimos meses: según los informes mensuales que elabora el protal inmobiliario Idealista, el alquiler se ha encarecido un 5,6% en lo que va de año, mientras que comprar una casa es ahora un 2,5% más caro que en diciembre.

Son subidas inferiores a la inflación, pero que acercan los precios por metro cuadrado a sus máximos históricos y elevan la barrera que deben saltar los hogares, especialmente los jóvenes, para conseguir una vivienda. Porque, cuando esos precios se ponen en relación a los ingresos, se aprecia que cada vez es más difícil abrir las puertas de una casa.

Hipotecas más costosas. Si se pretende comprar, la tasa de esfuerzo financiero que deben asumir los hogares está aumentando inexorablemente. El último cálculo del Banco de España es que un hogar mediano debe dedicar un 34,3% de su renta disponible al pago de la hipoteca durante el primer año, cuando antes de la pandemia no llegaba al 31%. El propio Banco de España recomienda que la cuota hipotecaria no supere el 35% de los ingresos, por lo que la tasa se acerca ya al límite aconsejable. Y a medida que los tipos de interés sigan subiendo -el BCE prepara otro incremento para septiembre, probablemente de otros 50 puntos básicos, y el euribor, el principal índice de referencia para los préstamos hipotecarios, ya se acerca al 1%-, ese esfuerzo será mayor.

«El impacto de la subida de los tipos de interés va a ser tremendo», asegura Paloma Taltavull, catedrática de Economía Aplicada de la Universidad de Alicante y especialista en el mercado inmobiliario, «porque eleva mucho la cuantía de los pagos mensuales en las hipotecas nuevas y hace que la accesibilidad sea mucho más dura».

Taltavull y su equipo elaboran una tasa de accesibilidad que difiere metodológicamente del que elabora el Banco de España -por ejemplo, no tiene en cuenta los ingresos del hogar, sino los de su principal sustentador-, pero que muestra una tendencia similar. Para un préstamo hipotecario a 20 años, el porcentaje de renta que se destina a la cuota durante el primer año se sitúa en el 35,2%, cuando a finales de 2019 apenas superaba el 30%, y si el crédito se alarga hasta los 30 años se reduce al 25,4%.

Barreras de entrada. Pese a todo, los expertos coinciden en que la cuota mensual de la hipoteca no es el principal problema, sino las barreras que deben superar las familias para acceder a esa financiación. Sobre todo, un considerable ahorro previo: los bancos financian hasta un 80% del valor de la casa, por lo que es necesario contar con fondos para pagar el 20% restante y todos los gastos asociados a la compraventa y el préstamo, como impuestos, notaría o tasación de la vivienda.

«Comprar vivienda es una cosa casi de ricos hoy día», señala Joffre López, investigador del Observatorio Municipal de la Vivienda de Barcelona y coautor de los informes semestrales que elabora el Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud en España.»Aunque las hipotecas hayan subido, no estamos en los niveles de 2007 o 2008. Pero las personas que tienen necesidad de su primera vivienda suelen tener ingresos irregulares, no tienen ahorros, y su principal escollo es todo lo que te piden antes de firmar la hipoteca, desde avales a seguros. Es un problema endémico».

A eso se añade que, desde el estallido de la burbuja inmobiliaria, las entidades financieras son mucho más restrictivas a la hora de conceder los préstamos. El resultado, como señala Paloma Taltavull, es un mercado hipotecario muy restringido, que «aún no se ha recuperado del derrumbe» de aquella crisis: en 2021, el mejor curso en una década, apenas se concedieron 418.000 hipotecas por valor de 57.634 millones de euros, cuando en 2007 fueron el triple, con 1,2 millones de créditos por valor de 184.427 millones.

La consecuencia de todas estas dificultades es que muchas personas se ven abocadas a vivir alquiladas sin desearlo. «La deriva hacia el alquiler debería ser optativa, por un cambio sociológico, pero, en realidad, se está produciendo un cambio obligado hacia el alquiler», explica Carolina Roca, presidenta de la Asociación de Promotores Inmobiliarios de Madrid (ASPRIMA). «Hay una pequeña parte que sí responde a que en España teníamos un déficit de decisión de alquiler, pero la mayor parte es por la imposibilidad de acceso a la compra, por esas barreras de entrada». Y es que, aunque las opciones vitales de las familias pueden llevarles a preferir el alquiler, desde un punto de vista estrictamente económico la tasa de esfuerzo de alquilar es mayor que la de comprar. El último informe del Observatorio de Emancipación,  como ya se ha visto, indica que el coste de acceso a una vivienda en propiedad con financiación hipotecaria para un hogar joven -esto es, que sus miembros tengan entre 16 y 29 años- era en el primer semestre de 2021 del 26,4%, mientras que el alquiler se lleva el 42,2% de su renta.

Ese esfuerzo, además, es creciente, como revela un informe elaborado en junio de este año por la consultora Ernst & Young para ASPRIMA, que compara qué porcentaje de ingresos había que dedicar a pagar la renta en 1997 y en 2020. Su conclusión es que, para un trabajador, la tasa de esfuerzo se había duplicado en estas dos décadas hasta suponer más de dos tercios de su salario. Y para un pensionista, un alquiler medio representa ya más de la totalidad de sus ingresos.

Pese a ser más gravoso, muchas familias que no pueden acceder a la financiación hipotecaria tienen que alquilar, lo que les lleva a competir en un mercado con «una oferta escasa y cara», en palabras de Joffre López, sobre todo en las grandes capitales. Carolina Roca apunta, además, que, mientras la demanda aumenta, España carece de «una estructura inmobiliaria dedicada al alquiler de forma profesionalizada, no estábamos preparados para absorber ese aumento, lo que provoca las tensiones».

En este sentido, todos los expertos consultados coinciden en que una de las causas que subyacen en la dificultad para hacerse con una casa es la falta de oferta, tanto para alquilar como para comprar. Taltavull señala que ha habido una disminución «brutal» en la construcción de casas durante la última década y Roca incide en que la edificación de vivienda de protección oficial, que permita un precio asequible, prácticamente se ha paralizado en los últimos 12 años. «No hay oferta de vivienda asequible, sea pública o privada», remacha López.

El acceso a la vivienda se vuelve «imposible» para los jóvenes cántabros
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