Santander se caracteriza por su clima fresco y sus brisas marinas durante el otoño. Sin embargo, hoy, 17 de octubre, los termómetros rondan los 30 grados, desconcertando a los habitantes y desafiando las expectativas climáticas de esta estación. A pesar de la nubosidad y la falta de sol durante el día, el calor va persistiendo, y el cielo, lejos de ofrecer alivio, parece ensombrecerse con el paso de las horas. Este tiempo en pleno otoño deja en claro que el cambio climático no es una teoría, sino una realidad que debemo afrontar.

El otoño es, de por sí, un período de transición entre el cálido verano y el frío invierno. En esta estación, las temperaturas suelen descender gradualmente, acompañadas de lluvias, vientos frescos, hojas cayendo de los árboles y una rebequita que nunca está de más.

A pesar de las expectativas de lluvia que se ha generado, el viento predominante sigue siendo de sur, lo que agrava aún más la situación. Esto significa que a pesar de acercarse el invierno, las temperaturas no descienden tanto como esperaríamos.

Las consecuencias del cambio climático son diversas e incluyen el aumento del nivel del mar, sequías, inundaciones, tormentas más intensas y temperaturas inusualmente altas o bajas. Estos cambios afectan la vida cotidiana de las personas, la naturaleza, la agricultura y la salud, entre otras muchas cosas.

Para abordar el cambio climático y sus impactos, es esencial tomar medidas a nivel local, nacional e internacional. El  calor en Santander en pleno otoño es un recordatorio contundente de que el cambio climático no es un problema abstracto. Afecta a las comunidades de todo el mundo y requiere una acción para abordar sus causas y consecuencias.

De mientras, esperaremos a que el cambio de hora del último fin de semana de octubre, surja efecto, y nos haga pensar en que llega el invierno, las bufandas, los chaquetones y la luz que deja de reflejarse a partir de las seis y media de la tarde.