17.04.2024 |
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OBITUARIO

Nos dejas solos, amigo Luis

Luis Bustamante Cuesta, presidente de la Peña Bolística J. Cuesta, falleció ayer de forma repentina a los 61 años

Luis Bustamante jugó su último partido el pasado 5 de octubre en la bolera Mateo Grijuela en el partido de vuelta de las semifinales del playoff de la Liga de veteranos, defendiendo los colores de su peña. / Hoyos
Luis Bustamante jugó su último partido el pasado 5 de octubre en la bolera Mateo Grijuela en el partido de vuelta de las semifinales del playoff de la Liga de veteranos, defendiendo los colores de su peña. / Hoyos
Nos dejas solos, amigo Luis

Cuando el teléfono madruga nos tiene acostumbrados a malas noticias. Esta vez tampoco falló. No solo eran malas porque la muerte nunca lo es, sino que además la noticia era tan inesperada, tan impactante y tan ilógica que no la quieres creer, dejas transcurrir uno tiempo, respiras hondo y comienzas a asimilarla, para darla el crédito que nunca te gustaría. En apenas una hora las redes se movilizaron, con innumerables muestras de dolor y tristeza, para anunciar que nunca más podríamos contar con la presencia de un hombre clave en la historia reciente de nuestros bolos.

Luis Bustamante jugó su último partido el pasado 5 de octubre en la bolera Mateo Grijuela en el partido de vuelta de las semifinales del playoff de la Liga de veteranos, defendiendo los colores de su peña. / Hoyos
Luis Bustamante jugó su último partido el pasado 5 de octubre en la bolera Mateo Grijuela en el partido de vuelta de las semifinales del playoff de la Liga de veteranos, defendiendo los colores de su peña. / Hoyos

 

¡Ha muerto Luis!, repicaban las redes por los ambientes bolísticos. Con la debida licencia, hago mías las palabras del amigo Javier López Marcano anunciando tan inesperado lance: «En Cerrazo, su pueblo querido, que en su boca parecía la capital mundial y sonaba a universo, ha fallecido Luis, como si hubieran fallecido muchos Luises: Luis Bustamante, Luis Cuesta, Luis el de los bolos, Luis el del Ferbus».

Desgraciadamente las malas noticias del madrugador teléfono terminan confirmándose, dejando helados nuestros sentimientos y nos hacen brotar sentimientos y recuerdos cercanos, como intentando encontrar una explicación ante lo inexplicable que es la muerte de una persona tan joven, llena de realidades, ilusiones y proyectos labrados con sudor y esfuerzo. Son muchos los recuerdos que se amontonan en este difícil momento del adiós definitivo, momentos siempre obligadamente relacionados con los bolos o con su negocio de hostelería. Retrocedo apenas un mes, me quedo en la Mateo Grijuela, a donde me acerqué para verle defender los colores de su nueva aventura bolística -la peña de veteranos- en la semifinal de la liga, junto a los ‘históricos’ Florentino Díaz, Paqui González, Nando Cuétara y su hermano Finito -Serafín, presidente de la Federación Cántabra, su siempre referencia bolística-, en su último partido.

A Luis, su afición, su amor y pasión por los bolos le llegan por herencia y porque nació, se crió y le salieron los dientes en la bolera de su abuelo, en el negocio de bar que regentaban sus padres, Fino y Pilar, en Cerrazo, el Bar Cuesta, el viejo bar que fundara su abuelo. Pronto asimiló las necesarias capacidades del juego y teniendo como referencia a las buenas maneras y resultados mostrados por su hermano Finito, pasó a formar parte del equipo de casa, que por entonces militaba en categorías modestas. Cuando pensó que estaba preparado para otras metas más ambiciosas, dio el paso y voló para jugar en peñas como la Bolística de Torrelavega; y cuando pensó que el negocio familiar estaba suficientemente atendido por sus padres, cuando pensó que estaba preparado para otras metas más altas, voló y formó un equipo de éxito con su amigo Jesús Fernández, abriendo en Torrelavega el Ferbus, el bar-restaurante que se convirtió en el centro de reunión de las gentes de los bolos.

Tras las experiencias llega la reflexión. Cuando la peña de casa comienza su andadura ascendente, regresa como jugador para conseguir el ascenso a la Liga de Primera y para tomar las riendas de la presidencia que gustosamente le cede su padre. Eso no es obstáculo para simultanear sus funciones con la de director técnico de la Peña de Renedo, consiguiendo en 2005 la Copa Cantabria y al año siguiente la Copa Federación Española. Y cuando la edad hace a sus progenitores dar un paso a un lado en el negocio, Luis toma las riendas y en apenas un año transforma el establecimiento en un referente de la hostelería para cántabros y turistas, especialmente para las gentes de los bolos. Y el mismo camino sigue la peña, que consigue el ascenso a la División de Honor en 2014, convirtiendo la centenaria bolera que lleva el nombre de su abuelo, José Cuesta, en la ‘catedral’ de los bolos de Cantabria, tomando el relevo de lo que cien años atrás representó la vecina bolera de Puente San Miguel.

El presidente de la Peña J. Cuesta, en el centro, junto a los jugadores del equipo de División de Honor, el pasado mes de febrero en el Centro Cívico de Meruelo, donde se celebró la presentación de Apebol. / ALERTA
El presidente de la Peña J. Cuesta, en el centro, junto a los jugadores del equipo de División de Honor, el pasado mes de febrero en el Centro Cívico de Meruelo, donde se celebró la presentación de Apebol. / ALERTA

 

Amigo Luis, nos dejas en medio de un mar de estupor, dolor y desconsuelo, pero nos reconforta saber que tus esfuerzos y semillas no caerán en terreno baldío. Tus proyectos e ilusiones seguirán adelante, porque eso es lo que te mereces. Los bolos fueron tu vida, diste todo por ello, y la gente de los bolos siempre te lo reconocerá. Vienes de una familia de pura sangre bolística y dejas esa herencia también a tus hijos, a quien respetuosamente presentamos nuestro sentimiento de pesar, así como a tu desconsolada esposa. Un abrazo fuerte a tus hermanos, muy especial para Serafín y para tu sobrino Darío. Si aquí lo diste todo, allá donde estés recogerás el fruto. Me consuela saber que hoy ya estarás de nuevo de nuevo en los brazos de Pilar y Fino.

Que la tierra te sea leve, amigo Luis.

Nos dejas solos, amigo Luis
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