Miguel Ramos

Santoña, 19 feb (EFE).- La villa de Santoña respira estos días ilusión, color y ansia de disfrutar del ambiente festivo de su peculiar carnaval marinero que, tras quedarse en blanco la pasada edición por la pandemia, regresa con los animados desfiles de disfraces, el exclusivo juicio al Besugo o las mordaces murgas.

"Teníamos ganas de dejar lo malo atrás y subirnos al escenario para reír", reconoce a Efe el murguista Ramón Badiola 'Poti' quien a sus 68 años y más de media vida ligado al carnaval, continúa percibiendo ese "hormigueo nervioso" cada vez que concursa con su agrupación de Los Galipoteros.

Para él, la murga es sinónimo de "esfuerzo, sacrificio y dedicación" y, sobre todo, "responsabilidad" ante un público que, si bien la mayoría son amigos o allegados, espera no defraudar y encandilarles con la ironía, el vestuario o la música que envuelve esa puesta en escena.

Al compartir con ellos 6 o 7 meses intensos preparando las actuaciones, 'Poti' afirma que sus compañeros de vocación son una "segunda familia" que añoró cuando la situación sanitaria llevó en 2021, por primera vez en 40 ediciones, a suspender el concurso de murgas y del carnaval de Santoña.

"Ya era hora de carnaval", ha subrayado 'Poti', al mismo tiempo que considera una "buena" noticia volver "a la vida a normal" y poder celebrar las actuaciones "siempre" cumpliendo con los requisitos que exigen las autoridades.

En este sentido, se ha limitado el aforo permitido en la carpa que acoge el certamen de murgas y se han eliminado del programa del carnaval los eventos que podían propiciar las aglomeraciones, como los conciertos o las discotecas en las plazas.

Pese a que sectores sociales pedían "prudencia" con las celebraciones ante la llegada de la sexta ola del covid, el concejal de Turismo y Festejos, Andrés Peña, defiende que se ha diseñado un programa de carnaval "totalmente seguro" y adaptado a la situación sanitaria.

Se ha mantenido también el pregón, los desfiles de disfraces, los espectáculos culturales y el particular fin de fiesta con el Juicio en el Fondo del Mar y el Entierro del Besugo.

Esta representación alegórica protagonizada por peces es, junto al concurso de murgas, otro de los atractivos que definen el carácter marinero del carnaval de Santoña, cuya población está ligada mayoritariamente a las artes de pesca y a la industria conservera.

El origen del carnaval data de la postrimería del franquismo y los primeros años de democracia, aunque su celebración se restringía a salas de ámbito privado.

Fue a principio de la década de los 80 cuando un grupo de vecinos quisieron extrapolar la parranda a las calles de la villa con una convocatoria que sorprendentemente atrajo a cientos de personas caracterizadas.

"Nos disfrazábamos con lo primero que pillamos en casa y desde entonces no se ha perdido la identidad del carnaval gracias al empuje popular", relata 'Poti', que recuerda cómo poco tiempo después nació el concurso de murgas al existir ya en la villa aficionados cantarines y copleros.

Ahora Santoña busca recuperar la declaración de su carnaval como Fiesta de Interés Turístico Nacional, título que perdió hace unos años por problemas burocráticos a la hora de formalizar una actualización de los expedientes.

Un reconocimiento que afianzaría su posición como estandarte de Cantabria y, en opinión de algunos, carnaval de referencia en el Norte de España al atraer cada año a miles de personas para disfrutar de su ambiente marinero. EFE

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