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Arthur Larrue: El ajedrez puede servir como lenguaje para contar historias

Hèctor Mariñosa

Arthur Larrue: El ajedrez puede servir como lenguaje para contar historias

Hèctor Mariñosa

Barcelona, 13 feb (EFE).- El escritor Arthur Larrue asegura que su libro "La diagonal Alekhine" no es en realidad una novela sobre ajedrez, sino que se ha servido de un juego con un lenguaje profundo para narrar la vida de quien fue campeón del mundo de este deporte-ciencia, una historia que también es "una metáfora de muchas cosas".

En una entrevista con Efe, Larrue (París, 1984) advierte de que el ajedrez "es un juego con un lenguaje muy sofisticado, muy profundo, con una capacidad hipnótica muy grande", por lo que entendió que le podía servir para escribir una novela histórica sobre un hombre, genial y odioso al mismo tiempo, que se encuentra solo y abandonado, y en la que se percibe también el final de una época histórica.

Para el escritor francés, este complejo juego "puede llegar a reflejar como en un espejo la personalidad de los jugadores", en función de cómo plantean las partidas, pues, en tanto que lenguaje, "sirve para que te expreses tú y de espejo de ti mismo".

"La diagonal Alekhine" (Alfaguara) se centra en la última etapa de una de las figuras más controvertidas de la historia del ajedrez, Alexander Alekhine, quien, nacido en una rica familia rusa, se exilió de su país tras la revolución bolchevique, se nacionalizó francés y durante la Segunda Guerra Mundial contemporizó con el Tercer Reich, hasta el punto de escribir artículos en los que denigraba a los jugadores judíos.

Refugiado en España en 1943, con graves problemas económicos y de salud, repudiado por su 'colaboracionismo' con los nazis, se dedicó a jugar simultáneas por toda la Península para subsistir y terminó sus días en Estoril (Portugal), donde fue hallado muerto en la habitación de su hotel en marzo de 1946, supuestamente tras atragantarse, si bien no se ha desechado la idea de que pudo ser asesinado.

El autor confiesa que si se decidió a escribir sobre Alekhine fue porque era un personaje "admirable y detestable al mismo tiempo", y que era "esa ambigüedad, esa ambivalencia" la que le interesaba para escribir la novela, pues suponía "una dificultad sistemática porque hacía falta siempre confrontar esa sombra y esa luz y reflejarla en el plano artístico y literario, algo que era muy estimulante".

Frente al talento natural y la personalidad cortés de Capablanca, a quién arrebató el título de Campeón del Mundo, Alekhine alcanzó la cima ajedrecística a base de "voluntad y orgullo", en una especie de "pacto diabólico" en la que "el sádico del ajedrez", como era conocido, se dedicaba a "envenenar" y a hacer sufrir al adversario, señala Larrue.

Piensa el autor que "esa brutalidad, ese veneno, la voluntad de vencer" y aniquilar al oponente que mostraba Alexander Alekhine sobre el tablero con su manera de jugar se encarna también en su vida y "deviene un espejo de sí mismo", una circunstancia que se repite en otros jugadores.

Cita en este sentido a Rudolf Spielmann, austríaco de origen judío que escribió el libro de ajedrez "El arte del sacrificio" y que acabó suicidándose durante la Segunda Guerra Mundial, y a Akiba Rubinstein, polaco también de origen judío con una gran capacidad para calcular complejas combinaciones y que cayó en la locura, jugadores que en la novela aparecen como sombras en la conciencia de Alekhine.

Aunque la novela está construida a partir de personajes y hechos verídicos, el escritor da pie a la imaginación al incluir un diario del protagonista durante su estancia en España, un período de su biografía, de unos dos años y medio, que está mal documentado.

"Como novelista -aclara Larrue- tenía la necesidad de explicar esa soledad, ese abandono. Se trata de un hombre que tuvo una vida con mucha gente a su alrededor, muy admirado, que se alojaba en grandes hoteles...".

"Y entonces -continúa el autor- se encuentra en un país sin dinero, con una vida mediocre" y decidió recrearlo a través de un diario íntimo: "Si está en un momento de soledad radical no le queda otra que tener un diálogo consigo mismo".

Más allá de proyectar el mundo del ajedrez, "La diagonal Alekhine" incide en otros muchos temas, como la época nazi y la guerra en Europa, el antisemitismo o el fin de una época, en el ámbito social, y la soledad, la cobardía, la autodestrucción o la locura en el plano individual.

La novela "es todo eso al mismo tiempo, es literatura, algo más intenso que la vida", resume Arthur Larrue, que ve al ajedrez como "un símbolo, el elemento de un lenguaje" para expresar muchos temas, con el que cada lector puede hacer su propia lectura con placer y espíritu crítico. EFE.

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