Fútbol sin aficionados

Las víctimas colaterales de un fútbol sin aficionados en las gradas son los secretos. Dejan de existir. Se difuminan. En el campo pasa de no oírse nada y de tener que dejarse la garganta para comunicarse a oírse todo. Las paredes pasan a ser de pladur, hay que bajar el volumen del televisor y tirar a la basura el colchón de muelles. El entrenador rival se entera de lo que el otro está pidiendo a sus hombres o de las correcciones o rectificaciones que ordena. La nueva realidad es más transparente./ FOTOS HARDY