28.04.2024 |
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Pues sí, la situación en Cataluña ha mejorado... hasta ahora

Pues sí, la situación en Cataluña ha mejorado... hasta ahora

No, yo no quiero que vuelva Puigdemont. Que se pudra en Waterloo y que no venga a complicar aún más las relaciones entre el independentismo catalán y el Estado. Porque, confío en que usted no se escandalice, yo pienso que la situación de estas relaciones ha mejorado en comparación con lo que ocurría en 2017: ni declaraciones de independencia, ni 'procés', ni urnas secretas, ni cargas policiales, ni algaradas callejeras. ¿A qué precio se ha logrado todo esto, además de haberse producido el fraccionamiento del independentismo, que ha llevado a cabo una política del todo surrealista? A un precio sin duda alto, que divide radicalmente a las dos Españas, la de la izquierda y la de la derecha: los indultos a los implicados en el 'procés', la reforma del delito de malversación, la virtual supresión del delito de sedición... ¿Ha merecido la pena? Es, sin duda, uno de los grandes temas que estallarán en la recta final de la campaña electoral, más en concreto en el próximo 'cara a cara' entre Pedro Sánchez y Feijoo.

Personalmente, entendí y hasta creo que apoyé la concesión de los indultos, imprescindibles para desmontar un 'procés' independentista irracional y fanático, pero sin duda muy perjudicial para la buena marcha del Estado: estoy convencido de que, de haber estado gobernando Feijoo, no hubiese hecho nada diferente. Más me costó, lo confieso, comprender --sigo sin hacerlo-- la reforma del Código Penal en lo referente a los delitos de sedición y malversación, que prácticamente servía para que Oriol Junqueras, líder de Esquerra Republicana de Catalunya, quedase libre de polvo y paja tras haber sido el principal impulsor de la 'rebelión de octubre de 2017.

¿El principal? No estoy seguro. Carles Puigdemont, entonces president de la Generalitat, fue quien, con una decisión errónea --declarar una efímera independencia, en lugar de convocar elecciones, como se había comprometido a hacer ante el mediador Urkullu,-- precipitó a Cataluña, y casi al resto de la nación, en la desgracia. El hombre que huyó a Bélgica y se refugia en Waterloo es, sin duda, el 'culpable número uno' de un deterioro de la situación que implicó cárcel, inhabilitaciones y deterioro para sus compañeros de 'aventura', mientras él se fugaba. Y ese hombre, que jamás ha arriado la bandera de su fanatismo y de su intransigencia, es, hasta ahora, un problema para el independentismo catalán. Con su regreso a Cataluña, suponiendo que sus recursos ante los tribunales europeos no prosperen, sería un problema para España, precisamente cuando los ánimos están más pacificados y las reivindicaciones independentistas andan más sosegadas. ¿Es todo eso mérito de Sánchez, de un Pere Aragonés mucho más moderado que sus antecesores?

No parece ahora cuestión de andar reivindicando logros, ni de ponerse medallas en tema tan sensible, que hace tiempo debería ser objeto de un pacto de Estado. No, España, en estos momentos de grandes cambios, no puede permitirse un renacer de la insania imperante en 2017. Cierto que todas las partes cometieron entonces errores, pero no es momento, desde luego, de correr el riesgo de repetirlos. Y Puigdemont es un error, un inmenso error. Más vale que ahora, litigante con los tribunales europeos, siga vagando por ahí, que por aquí parece que ya nadie, y digo nadie, le quiere.

Pues sí, la situación en Cataluña ha mejorado... hasta ahora
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