27.04.2024 |
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La diferencia ente la V y la B

La diferencia ente la V y la B

Claro, hay más diferencia que una mera letra entre las dos 'números dos' de las candidaturas del PSOE y del Partido Popular. Pero la elección de los 'números dos' de la lista principal, la de Madrid, es siempre significativa de por dónde van a ir los líderes si triunfan. O si pierden, porque entonces los segundos escalones adquieren una importancia diferente, algunos dirían que hasta sucesoria. No, no es el caso, obviamente, de la vicepresidenta Teresa Ribera con Pedro Sánchez: nadie cita su nombre como posible reemplazo del inquilino de La Moncloa. Ni, menos aún, desde luego, el de Marta Rivera de la Cruz, sorprendente y polémica seguidora de Alberto Núñez Feijoo en la candidatura madrileña. Nadie piensa en eso, por supuesto. Pero...

Pero les voy a decir una cosa: la distancia ideológica entre las dos riberas del bipartidismo no es verdaderamente grande. Conozco y aprecio a ambas y pienso que, ya que un tercer Ribera, Albert, malbarató toda posibilidad de constituir un centro-izquierda o un centro-derecha, tan necesarios en esta convulsa política española, una aproximación a medio plazo en las políticas de los dos grandes partidos nacionales no es precisamente una idea descabellada: las riberas no están tan lejanas como podría pensarse contemplando la hostilidad casi visceral que se muestran los 'números uno', Sánchez y Feijoo. Lo que ocurre es que el PP va a depender no poco, es de prever, de su alianza con Vox para gobernar, y hasta qué punto llegará tal dependencia a condicionar la gobernación, que se quiere a sí misma moderada, de los 'populares': en las próximas horas, con la constitución de los ayuntamientos, un centenar de los cuales dependen del compromiso PP-Vox, puede que atisbemos por dónde irán los tiros, nunca peor dicho.

Y, en el otro lado, en las playas socialistas, mucho dependerá de la sucesión de un Sánchez eventualmente perdedor en las elecciones de dentro de un mes y siete días, momento a partir del cual, gane quien gane, pierda quien pierda, habrá profundos cambios en la política española. El sucesor de Sánchez al frente de un Partido Socialista (hipotéticamente) derrotado, tras un previsible congreso extraordinario, habrá de gobernar de manera completamente distinta a la coalición 'Frankenstein', la de la moción de censura. Y eso que tanto Yolanda Díaz como su 'número dos', el ahora discutido embajador de España ante la ONU, Agustín Santos, a quien también conocí en los tiempos del ministro Moratinos, se me antojan bastante más homologables con una política de moderación de lo que lo fueron los originales 'podemitas', con aquel vicepresidente llamado Pablo Iglesias a la cabeza.

Puede que, de Ribera a Rivera, se escenifique, seguro que de momento involuntariamente, una nueva época de acercamientos, menos crispaciones, más pactos en lo fundamental. Pero no hagamos futurología, como lo hacen tantos aventadores de 'quinielas' sobre la sucesión posible, pero no segura, de Sánchez (que si Patxi López, que si Pilar Alegría...meros rumores, lanzados quién sabe con qué finalidad). De momento, estamos en campaña. Y la batalla, de la vicepresidenta Nadia Calviño a la vicepresidenta Yolanda Díaz, se traslada al seno del propio Ejecutivo, al que aún quedan seis agónicos Consejos de Ministros en plena discordia. Y, si se pelean dentro del propio Consejo de Ministros, imagínese usted fuera. Por lo pronto, lo único que se cruza entre las dos orillas del río son cañonazos. A ver si llegamos con bien al 24-j y se instaura de una vez la paz entre las riberas, las riveras o como quiera escribirse, que no ha de ser una letra gran motivo de discordia.

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